Diario de León

Desafío extremo Makalu (8.463 metros)

A los pies del negro Makalu

Después de la tensión de un vuelo al límite en dos pequeños helicópteros que rozaban las paredes de las montañas llegamos a la base de la montaña que es nuestro objetivo

Publicado por
Jesús Calleja
León

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Estamos en el campo base avanzado del Makalu, a 5.600 metros. Hemos tenido ya el primer tropiezo importante; se ha roto el disco duro de mi ordenador, así que de momento no tengo posibilidad de enviaros fotos. Mi última crónica, era desde Luckla, en el valle de Solu Khumbu. Unas fuertes riadas han arrasado la zona oeste de Nepal y han provocado una hambruna terrible. Los helicópteros de carga están centrados en la catástrofe, así que nuestra única opción ha sido la de subirnos en unos pequeños ap aratos de sólo 5 plazas y capacidad limitada de peso y potencia. Los cinco sherpas y dos cocineros han salido hace doce días caminando hasta la base de la montaña. Es el vuelo más complejo de los valles del Himalaya, donde ha habido varios accidentes mortales, nos subimos a estos mini helicópteros, ridículos para enfrentarse a estos corredores. Puntshok, el piloto y yo vamos en uno, y Emilio, Pasan Chiring y el otro piloto en el otro. Cada aparato lleva cien kilos de carga. Vamos derrapando de lado a lado de las cordilleras de estas montañas tan enormes, buscando el valle estrecho que nos conduce al Makalu. Hay muchas nubes y se desplazan a gran velocidad, por lo que los helicópteros tienen que detenerse como libélulas para dejarlas pasar y ganar visibilidad. No tienen mucha potencia, y nos vemos obligados a aterrizar a 3.800 metros, en una pradera. Allí descargamos a Puntshok y a Emilio, cada uno con 50 kilos de carga. Me quedo solo con el piloto para intentar llevar al aparato, por encima de sus posibilidades, hasta 4.900, donde nos esperan los sherpas con el resto del equipo. Este último tramo es tremendo. El aparato no alcanza la potencia que necesita y vamos rozando el suelo de la morrena, a tan sólo 10 metros. El piloto me pide que al llegar me lance desde los 5 metros con la carga porque si se posa, no tiene capacidad de coger el aire que necesita para despegar, así que mi llegada al Makalu es, por así decirlo, un tanto abrupta. Pero llego sano y salvo. Puntshok y Emilio tendrán que hacer la misma operación. El campo base del Makalu consiste en nuestro campamento y en dos construcciones de madera y piedras en las que se hacinan unas doce personas, hombres y mujeres y un niño de once años, que se dedican a pastorear sus yaks. Este valle es tal vez el más pobre de Nepal. Les compramos medio yak, porque no hemos podido cargar con mucha comida, debido a la restricción de peso en los helicópteros. Pero nos dice el hombre, medio lama, que él no puede matar al animal, que su religión se lo prohibe. Dormimos dos días en este campamento, para aclimatarnos. Y después iniciamos el ascenso hasta el lugar en el que vamos a quedarnos el próximo mes. La mitad de los porteadores que nuestros sherpas han contratado en el valle se han rajado al saber que queremos alcanzar una altura de 5.600 metros, y, para nuestra sorpresa, y también cierto pesar, las mujeres que allí trabajan se apuntan para sustituirles. Con sus saris y sus sandalias, sin ropa de abrigo ni botas. Pero para ellas es una oportunidad única de ganar rupias rápidamente y son mujeres muy valerosas. Así que nos vamos en esta extraña procesión, sorteando piedras enormes acumuladas en todo el trayecto. Estamos al pie de la montaña, muy cerca, y la pared vertical cae de forma dramática. La impresión al verla es más impactante que el Everest o Lhotse, porque la tienes encima: ¡es enorme y negra como la noche! La buena noticia es que tanto Emilio como yo llegamos muy bien de cabeza, sin notar los efectos de la altura. Pero ambos sabemos que nos enfrentamos a un reto casi imposible. Y no tenemos la dieta adecuada; comemos a base de arroz, legumb res, patatas y pocos vegetales. Pero lo vamos a intentar. ESCRIBE: Siga la aventura en: www.jesuscalleja.es

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