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Sólo son ganas de tocar las narices

Los leoneses cumplen con la tradición de pedir un deseo a San Froilán después de la misa de la romería, al tiempo que le frotan cerca de su pituitaria en un curioso ritual Lo de las avellana

León

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Por la mañana, el mejor camino para llegar al Santuario de la Virgen del Ídem es el coche de San Fernando (un rato a pie y otro andando) que los autobuses van llenitos. Es lo que hay. A mediodía, ahora que la realeza ha puesto de moda las rinoplastias, León dedica uno de sus ritos más ancestrales a tocar las narices. Que si salud para llegar a fin de mes, ahora que las hipotecas tragan más que los hijos... Nada nuevo. A la hora de comer, una de pulpo, una de morcilla, dos de chorizo cocido y algo de postre. Por encima de todo, la originalidad. La siesta no viene en el menú pero se encarga sobre la marcha (y sobre una manta). A media tarde, bailes de folklore, un poco de orujo en el café y avellanas para darle al diente. La Astorga-León -ahora es camino descendente- ha dejado de semejar la M-30 un viernes a las tres de la tarde y hay quien aprovecha para levantar el campamento. Y cuando empieza a caer la noche, media vuelta y marchando. Acabó la fiesta y si San Froilán quiere, salud para llegar al puente de Todos los Santos. Amén.