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| Crónica | Ni héroes, ni salvadores |

Hombres contra el machismo

El movimiento masculino por la igualdad y contra la violencia de género respalda la lucha feminista con una cadena de jornadas, congresos y movilizaciones como la que tuvo lugar ayer en Madrid

El movimiento antimachista tiene entre sus prioridades luchar contra la violencia machista

Publicado por
Manu Mediavilla - madrid
León

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Los hombres igualitarios no quieren ser una moda pasajera. Al contrario, ellos mismos recalcan que «no somos héroes ni salvadores», se muestran «recelosos de la cosa pública» y aclaran que cuando salen a la calle -como ayer en Madrid en Una Asamblea de Hombres contra la Violencia de Género- lo hacen «como referencia de grupo para reforzar el trabajo personal» de concienciación y compromiso masculino con la igualdad. Y, sobre todo, para dejar patente su apoyo al movimiento feminista, «que lleva muchísimos años luchando». Desde esa plataforma de grupos y varones antimachistas, Mariano Nieto apunta que tal compromiso exige un trabajo de por vida porque el machismo «es una especie de adicción que nos meten a los hombres y no se cambia en un día: en cuanto te descuidas, aflora en el momento menos pensado». Por eso José María Galdo, coorganizador del I Congreso Nacional de Hombres por la Igualdad concluido ayer en Zaragoza, advierte de que la igualdad real solamente se conquista con el cambio de actitudes y comportamientos «en el día a día», con el compromiso cotidiano «fuera y dentro de casa». «En el discurso todos sabemos ser igualitarios», añade el presidente de la asociación Hombres por la Igualdad en Aragón. Nieto completa el razonamiento: «somos proigualitarios, pero no igualitarios». Se necesita -añade- un «activismo interior de reflexión autobiográfica» para analizar las conductas diarias, tan plagadas de pequeños gestos machistas, a menudo inconscientes e involuntarios, «micromachistas» si se quiere, pero que contribuyen a mantener «la desigualdad y la posición de predominio masculino». De ahí brota precisamente la terrible lacra de la violencia machista, y por eso, remacha, «para luchar contra ella hay que empezar por uno mismo». En ese empeño están los grupos de Hombres por la Igualdad (HxI), que desde sus primeros pasitos sevillanos y valencianos en 1985 han caminado mucho, hasta cubrir el mapa español con sus actividades. La razón de ese creciente compromiso queda clara desde el mismo lema del I Congreso Nacional de HxI: «La igualdad (también) es cosa de hombres». Y son igualmente precisos sus objetivos, que el director del encuentro zaragozano, Francisco Rivarés, resume con un rotundo «hay que cambiar el modelo de masculinidad». Es urgente buscar «nuevos modelos alejados del actual patriarcado», que no es más que una «construcción cultural» discriminatoria para las mujeres. Desigualdades invisibles «Muchas jóvenes creen que la igualdad ya está conseguida», advierte Díez Gutiérrez, que llama la atención sobre la «invisibilidad de una desigualdad mucho más sutil» que sigue el modelo tradicional de masculinidad y cuyo «núcleo duro está en la experiencia cotidiana» de las pequeñas-grandes cosas, como poner la lavadora o saber si falta un limpiador para reponerlo. Son reflejos del micromachismo que tanto trabajan los grupos igualitarios y que se deja ver incluso en organizaciones solidarias que proclaman la paridad, pero la aplican aumentando los puestos directivos «para que suban mujeres, pero sin bajar a ningún hombre». Además, los varones igualitarios cobran mucho menos que los machistas, mientras las peor paradas son las mujeres tradicionales, que cobran menos que las igualitarias.