CORNADA DE LOBO
Pedo Grullo
EL FOSTIÓN financiero, el catapún bursátil -esta crisis, en fin-, sólo pudo originarse por un error mayúsculo o un delito superlativo; quizá ambas cosas a la vez. Sin embargo, ahora se van a sentar los países de la pastorra para determinar cuánta cebada hay que ponerle al rabo de esta burra agónica. ¿No sería más lógico que se pusieran primero a buscar a los responsables, si fue error, o a los delincuentes, si fue codicia criminal?... ¿No hay aquí una madre del cordero; dónde está esa carnera disoluta y derrochona que se dejó empreñar por un lobo?... ¿o fue Caperucita?... En cualquiera de los dos casos, urge antes que nada retirar de la circulación o inhabilitar a los causantes de la fechoría, cuando no devolverles a la escuela de los palotes o a una celda con barrotes (en cuyo caso seguro que exigen que sean de titanio y brillantes). Pero en esta causa, ni están ni se les espera, salvo que sean los mismos que ahora se sentarán en Guasintón a palparle la inflamación al moribundo. Quien jamás será convocado -ni siquiera a una silla calentada como la que nos cede Sarkozy- será su excelencia simplicísima, don Pero Grullo, quizá por haberse hartado soltando alguna ventosidad (por eso le llaman Pedo) y evidenciando lo paradójico e hipócrita de todo este problemón, pues no es concebible que si la banca voraz fue la mano vicaria de este crimen, sea tenida ahora como víctima primera y objetivo urgente de la dinerada de todos que tendrá que aportarse para su restablecimiento... y para que vuelva la burra al trigo. Lo curioso es que si no se hace así, si el verdugo arruinador no es tenido como víctima arruinada, el catapún sería aún mayor, estrepitosa la debacle... un apaga y vámonos a Barranquilla con los caimanes. Y que se quede en su rincón sin silla don Pedo Grullo soplando la gaita con el culo como lo hace una figurilla grotesca de la sillería gótica de esta catedral. Rodearán los ocho galenos (G-8 es lo que significa) al enfermo crónico y, como en «El rey que rabió», explorarán al bicho determinando que «con la lengua fuera, fija la mirada, húmedo el hocico, las orejas gachas... todos estos síntomas, prueba son de rabia... y de esta opinión, nadie nos sacará: el perro está rabioso... o no lo está»... ¿Habrá que fiarse de lo que acuerden?..