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LAS NOTICIAS con números crecen y mandan inquietantemente en los informativos. Los números son el mapa de los dineros, su red de carreteras, pero los mapas son sólo representación del pellejo de las cosas, su geografía, nunca la realidad... e incluyen siempre alguna errata o trampa, como deliberadamente se decretaba en la cartografía militar por si algún día caía un mapa en manos del enemigo. Los números de una crisis lloran y mienten, mojan el mapa. Ante el miedo, el dinero es lo más cobarde que vieron las estrellas y esos ojos de la noche que lo achusman mientras secretamente lo recuentan. Sumar es su ley. Restar, la muerte. Dividir, una desgracia... y multiplicarse, un orgasmo metálico. La gente se pasa el día viendo números; y después piensa... en nuevos números. El ojo se nos llena de cifras, la oreja atropa las suyas y cuando estamos solos no dejamos de hacer números. ¿Es cierto que la mitad del cerebro son palabras y la otra mitad números... y que solemos tener más cuentas que ideas y más metal que corazón?... Los números se descubrieron cuando el hombre inventó la acumulación y el silo. Después vinieron el acopio, la codicia y la envidia que inspiró la primera guerra para robarle al vecino o eliminar la competencia. Las guerras son una pelea entre números y su razón primera fue siempre económica. En esta análisis nadie desmontó la teoría de Marx: se guerrea por dinero aunque se quieran poner pendones parroquiales al frente del batallón. Podría demostrarse incluso que los dioses son números... escritos en el cielo. Lo mismo que decía aquel anuncio de colonia, «hay más mundos, pero están en este», dígase «hay más dioses, pero están en tí»... y son cifras, sólo cifras, a imagen y semejanza de quien las creó, los dioses de los números que fabrican estos lujos o nos gobiernan la Tierra. Esos dioses jerifaltes y estadistas, dioses de los números, se reunirán el sábado en una cumbre en Washington urgidos y angustiados porque les han salido mal los números. ¿Y qué harán?... Nuevos números. Pero donde mandan números no caben las palabras, así que van a reinventar lo mismo. Y mucho es de temer que todo se reduzca a poner en limpio las cuentas, absolverse mutuamente del crimen y hacerse la foto.

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