Cosas de aquí | Una mirada etnográfica
La Cabrera se ve en Laciana
La Casa de Cultura de Villablino acoge «Un paisaje de película», colección fotográfica que ilustra las andanzas de Concha Casado por su tierra adoptiva
Una mirada minuciosa y detallista, respetuosa y sobria, apasionada a la vez que serena, es la que trasluce Concha Casado en la colección fotográfica «Un paisaje de película» que sintetiza la labor andariega y documentalista de la etnógrafa por la comarca de La Cabrera, desde los años 40 hasta el momento actual. La muestra se presentó en el Certamen Nacional de Cortometrajes de Astorga y ha pasado ya por Veguellina de Órbigo y ahora se puede disfrutar hasta el 30 de noviembre en la Casa de la Cultura de Villablino, gracias a Caja España y el Ayuntamiento de Astorga y el municipio lacianiego. La Cabrera es mucho más que la tierra de adopción de Concha Casado: es el territorio rescatado del olvido por su curiosa mirada desde que en 1945 retrató a sus gentes, en las faenas cotidianas, para ilustrar la tesis doctoral sobre El habla de La Cabrera. Truchas, en donde su abuelo materno abrió tienda a finales del siglo XIX, fue su campo de operaciones. Allí había pasado días de asueto en su infancia, como atestigua el recuerdo imborrable de esa fotografía en blanco y negro tomada en 1934: la autora posa con traje típico de la zona junto a otras rapazas de Truchas. La mirada de Concha Casado sobre La Cabrera se amplió con los años y abarca la práctica totalidad de los pueblos que componen La Cabrera Alta y La Cabrera a lo largo de las últimas décadas. Para la muestra ha seleccionado un ramillete de fotografías cuyo hilo conductor es la integración de la arquitectura tradicional en el paisaje, que no es sino el respeto de la mano humana sobre la madre naturaleza con el uso de materiales tradicionales y con un sentido de la utilidad y a la vez de la estética. Eso es lo que Concha pide, clama y reclama allí donde tiene oportunidad para su Cabrera querida. La exposición es, además, para la etnógrafa «un recuerdo entrañable, profundo y querido de todas las veces que he ido a La Cabrera, del espíritu de ayuda entre sus gentes y de la buena acogida que siempre he tenido allí».