CORNADA DE LOBO
Sobre alquitrán
VERGÜENZA nacional: la universidad española es la última entre las europeas, pero nos consuela saber que la iraquí o la congoleña no son mucho mejor. En el último informe del obervatorio académico internacional nos han quitado el birrete y nos han colocado unos orejones de asno «summa com laude», los que se reservan al maula vago, al copión y al pollino listo. ¿Deberían nuestros rectores ponérselos en las solemnidades académicas a las que se va con mucho trapo de brillo y puñetas de bocamanga con puntillas de blonda?... Así la nota que nos han puesto- ese cate morrocutudo, ese vergonzante suspenso-, los extranjeros que se atreven a matricularse en los cursos, cursillos o doctorados en nuestras universidades, ¿lo harán por la sustancia académica y el saber que libararán aquí o por otras razones de mucho litro, peso o novillo?... ¡Viva Erasmo!... Voy en el coche y cambio de emisora. Deprimen estos noticiones. Escuchando la radio en carretera, las noticias pasan como los árboles de la cuneta... hasta que te estrellas en una... o en todas, si son de economía y ocupan la mitad del jardín de informativos y teles. Últimamente no se habla casi de otra cosa. Será carraca noticiera ¿hasta cuando? Hablan de lo financiero y mientan la «descomposición global». Descomposición es diarrea. Llámese pues por su nombre, cagalera universal, y recétense lavativas. Apago la radio y pongo música, Leonard Cohen, que hace de la melancolía virtud y del drama melodía. Cohen se me apareció con Suzanne en los setenta y le tengo ley. Su música es buena para mecer pensamientos; no histeriza. Pero entrando en la provincia hube de pararme a mear, perdón. Mear con viento en la espalda es un rito gozoso. Elegí al afecto uno de los caminos de concentración parcelaria que allí abundan, pero se me cortaron de cuajo las ganas al ver acercarse a un concejal nacionalero (ignoro si llionesista o facción lleounesista) acompañando a un asturiano de la llingua que viene a darles clases. Le estaba mostrando el vasto horizonte del que fue un día reino reinante imperial y celestial, pero el llingüista babayu, viendo tanta pista de tierra entre maíces y remolachas, sólo dijo: Oi, fíu, ¿y qué farán los tuyus con todes estes carreteres: enarenaránlas... o alquitranaránlas?...