Aplausos
El martes la Eurocámara se convirtió en un atronador aplauso. El socialista español Alejandro Cercas logró sacar adelante una enmienda con la que se rechazaba la directiva comunitaria que hubiera permitido ampliar al máximo legal de la semana laboral de 48 a 65 horas en toda la UE. La iniciativa de Cercas contó con el apoyo de socialistas y populares. Y todos aplaudieron. Lo hicieron con el entusiasmo propio de quienes habían logrado abolir la esclavitud. No todos los expertos coinciden en que el rechazo a la directiva en cuestión sea la mejor receta. Debe tener su truco pero nos debemos alegrar de que, efectivamente, no sea posible alargar el tiempo de trabajo fijado en España y en buena parte de Europa que es de 48 horas semanales, que no son pocas si se les saca rendimiento, si de verdad se trabajan.
Me alegro del resultado de la votación pero esos aplausos enfervorecidos diría que incluso me puedan llegar a molestar una pizca. Me molestan en la medida que podrían indicar autocomplacencia con lo que tenemos, satisfacción sin límite por el sistema que nos rige. Está bien aplaudir pero sin olvidar que son muchos, muchísimos los ciudadanos españoles y europeos que trabajan más de 65 horas sin que nadie ni nada se las reconozcan y que son muchos más los que trabajando dentro del marco temporal establecido lo hacen en pésimas condiciones y que ahora y poco a poco se va engrosando la bolsa de los que no trabajan nada.
Me sumo a los aplausos pero me preocupa que todo lo relacionado con el trabajo se quede en este triunfo del Parlamento frente a los ministros de Trabajo de la UE. Ahora que estamos en crisis, que nadie tiene recetas mágicas, que se agota la imaginación y los recursos, quizás sea el momento de repensar el modelo para poderlo mantener. No se trata de cuestionar los principios de nuestro sistema, sino de reafirmarlos pero con la suficiente inteligencia para que ni la pujanza de los países emergentes, ni el egoísmo del dinero, ni la permeabilidad del mercado, al final los vuelva frágiles por no haberlos sabido preservar. No a las 65 horas semanales, pero alguien se tiene que atrever a decir que el viaje por el desierto que al menos en España nos espera para 2009 necesita del equipaje adecuado. Y ese equipaje no puede ser el de la autocomplacencia sino el del sacrificio, la austeridad y la solidaridad.