Diario de León
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YA HAN PASADO diez años. ¿Cómo olvidarlo en este año dedicado a celebrar el bimilenario del nacimiento de San Pablo? Llegamos a Istambul, cuando todavía se dejaban sentir las sacudidas del terremoto. Desde allí iniciamos el recorrido por Turquía. Acompañando al Padre Martínez Puche realizamos una serie de programas sobre los lugares paulinos, que serían emitidos por Televisión Española. Perge de Panfilia, Antioquia de Pisidia, Iconio y Éfeso. Hablamos de los Padres Capadocios, del martirio de san Policarpo de Esmirna y de las siete iglesias del Apocalipsis.

Al regresar a Istambul, un grupo de católicos que celebraba sus catequesis en la iglesia de San Antonio nos facilitó una visita a El Fanar. Allí nos recibió Su Santidad Bartolomé I, Arzobispo de Constantinopla y Patriarca Ecuménico. Los técnicos de la televisión quedaron encantados de la amabilidad de aquel hombre venerable y afectuoso. Le preguntamos por los pasos que se van dando en el camino del reencuentro entre católicos y ortodoxos. Hablaba con realismo y con paz. Valoraba los acuerdos que se han alcanzado sobre la doctrina y el reconocimiento mutuo de los sacramentos. Era bien consciente de las dificultades que todavía subsisten, debidas a viejos prejuicios, a tópicos seculares, a miedos a perder las señas de identidad. Pero hablaba con esperanza. Y hablaba de la meta de las comunes esperanzas.

Después, lo hemos visto muchas veces en compañía del Papa Juan Pablo II. Juntos cruzaron el umbral de la Puerta Santa con la que se abría el gran Jubileo del año 2000. En este año 2008 ha acompañado a Benedicto XVI en el inicio del año Paulino. El 23 de noviembre del año 2007 el Papa de Roma, que ya lo había visitado en Constantinopla, le envió un hermoso mensaje: «Nuestro compromiso a favor de la unidad responde a la voluntad de Cristo, nuestro Señor. En estos primeros años del tercer milenio, nuestros esfuerzos son más urgentes a causa de los numerosos desafíos que todos los cristianos debemos afrontar y a los que debemos responder con una sola voz y con convicción».

Ser fieles a la voluntad de Cristo y dar una respuesta común a los desafíos que hoy nos plantea la cultura contemporánea. Esas dos grandes razones motivan y exigen el camino del encuentro ecuménico.

Benedicto XVI aseguraba a Bartolomé I el «compromiso de la Iglesia católica de promover relaciones eclesiales fraternas y perseverar en nuestro diálogo teológico, con el fin de acercarnos a la comunión plena».

Entre el 18 y el 25 de enero celebramos el octavario de oraciones por la unión de los cristianos. Esa oración es una exigencia de la fe en el Señor y del amor que nos merece el mundo. Tenemos una sola fe, un solo señor y un solo bautismo. Y hemos de tener un solo y compartido compromiso ante los problemas de hoy. Ésa es la vocación y la tarea más urgente de todos los seguidores de Jesús.

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