Pim, pam... paz

DESPUÉS de aceptar la invitación me pareció una temeridad hacerlo: no sería capaz de hablar de paz a críos de entre ocho y once años, jamás. ¿Qué se les puede decir, demostrar y que entiendan... si ni siquiera los adultos estamos convencidos de qué corcho está hecha la paz y a qué sabe?... porque esto que llamamos paz es sólo tregua, nadie se engañe, un alto el fuego y el mamporro... ¿decirles, pues, que la paz es solamente una guerra enfriada, nada más?... Mañana puede haber otra guerra si nos lo pide el cuerpo, la bronca o el hambre. «Venimos a un valle de lágrimas y tenemos un destino de guerra», solía decir mi padre cada vez que la vida enseñaba sus ladridos o tragedias.

Total, que me planté en el colegio Bernardino Pérez de Valencia de Don Juan y allí me esperaban unos doscientos guajinos. Me mordía el miedo escénico. ¿Qué contarles y cómo?, me había preguntado una y otra vez. Pero ya ante el toro, lo tuve fácil: no vengo a daros ninguna charla ni brasa; me la vais a dar vosotros a mí... a ver, ¿tú cómo te llamas?... Luis... ¿y qué te dice la palabra paz?... pues armonía, me contestó... ¿y a tí?... alegría, me dijo otro... automáticamente comenzaron a levantarse manos pidiendo que les preguntara y aquel apretado público canijo e inquieto parecía coronado por un palmeral (en León no suele pedirse voz y preguntar ni en las ruedas de prensa)... todos querían decir su concepto equivalente y, gracias al director que me auxilió en la charla, pudo atajarse la avalancha (o no acabaremos nunca) y sólo pudimos atender a una cuarta parte de la demanda... qué torrente de definiciones.... me admiró la vivieza, espontaneidad y la grandiosa sencillez de aquellos críos (pispos ellos, sin pijez urbana, de pueblo y sin cortarse).

Recojo aquí algunos de sus sinónimos: paz es respeto, esperanza, alegría, convivencia, bondad, silencio (genial), no manipular, confianza... ¡libertad!... salud (el que no la tiene lleva dentro una guerra que, además, pierde)... uno dijo que paz es que no haya guerra (fue el único) porque los demás seguían en sus curiosas definiciones, entre las que destaco tres: perdón... la verdad... y tener para comer.

Me dieron una buena lección los guajes de este centro (será que también ellos tienen buenos maestros).