María Lafuente triunfa con Temakel
Crítica y público, de acuerdo Los expertos vieron ayer, en el centro cultural de las antiguas naves del Matadero de Madrid, lugar excepcional para presentar Temakel, la última colección otoño-invierno de la diseñadora leonesa María Lafuente, una propuesta personal, con un vocabulario estético propio, con diseños hechos para sugerir ambientes medievales, literarios, románticos, combinaciones inconexas llenas de consecuencia. Vieron, los expertos, colores, texturas y formas que en manos de Lafuente rubrican su deseo de sugerir y utilizar tejidos puros, siluetas «fluidas», colores granas, negros, ocres. Los no expertos vieron, por su cuenta, a Darío Barrio, el cocinero, modelo ocasional, que desfiló a las órdenes de María Lafuente, son amigos, con un traje negro y ocre, con fular negro. Todos, expertos y neófitos, aplaudieron a rabiar en la multitudinaria sesión en la que la diseñadora leonesa se llevó el éxito y reconocimiento de Madrid, sin necesidad de subirse a Cibeles, que hoy comienza.
Al margen de la anécdota de Barrio como buena percha de las prendas de María Lafuente, sí quedó patente, con la ayuda de un recinto tan especial como el Matadero, que la creadora leonesa buscó dar un paso más allá de la moda hecha para expertos en moda. Como una popularización que no banalización de lo que hace. Y, por eso, junto a famosos habituales en este tipo de actos, se pudo ver al televisivo Miki Nadal o al radiofónico Pepe Domingo Castaño. Otros, más clásicos e imprescindibles, también se dejaron ver, tal es el caso de Nacho Duato, Gema Ruiz, Javier de Montini o Sandra Ibarra.
Más aportaciones del encuentro con la creación de María Lafuente fueron el multitudinario acontecimiento en que se convirtió el desfile, máxime si se tiene en cuenta de que se trataba de una gran nave, con espacio de sobra para presenciar el pase y que, aún así, se quedó pequeño, aunque todos disfrutaron y elogiaron lo visto.
La presencia leonesa se completó con la aportación artística de Nonia Villa (también asistió el pintor leonés Ramón Villa), autora de las Mini Esculturas y que formaron parte de una composición general escénica que, como señalaban colaboradores directos de Lafuente, se acercaban a estéticas grunge y americanas.
Así, el Matadero de Madrid fue un poco Nueva York y sugería esos acontecimientos que allí tienen lugar y que aquí se conocen como las crónicas de lo que está porvenir. Pero María Lafuente lo que ayer propuso, además de estar también por delante de muchos acontecimientos, la ensoñación, una luminosa oscuridad marcada por la elegancia de los modelos.