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| Aniversario de Darwin | El origen de las especies |

Usted procedede una bacteria

Recientemente se ha celebrado el bicentenario del nacimiento del ilustre científico Charles Darwin y los 150 años de la aparición de su obra fundamental: El origen de las especies

Publicado por
César A. Chamorro
León

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Bueno, la verdad es que en unas cuantas ocasiones en las que tenido oportunidad de hablar de este tema, el comienzo cambiaba respecto al titular de este artículo, y venía a ser algo así: ¿Cómo es posible que desde hace unos 4.600 millones de años de antigüedad de la Tierra, los átomos y las moléculas se hayan organizado de tal manera que, después de todo ese tiempo, hayan dado lugar a una persona como usted?, con su aspecto, sus gustos, su familia...

Como veremos el viaje desde unos simples átomos (o un plasma de quarks-gluones si nos vamos hasta el origen del universo) hasta el presente es fascinante y poco menos que increíble.

Tradicionalmente, se asocia la teoría de la Evolución de Darwin con la evolución de las distintas especies que ha dado lugar a los seres vivos que hoy existen mediante modificaciones genéticas aleatorias -mutaciones-.

Según esta teoría, los descendientes que presentaban una mutación que reportaba una mejoría para el individuo de cara a su supervivencia y adaptación al medio tenían más posibilidades de supervivencia (selección natural) y, por tanto, de reproducción, y así de mantener dicha mutación (neodarwinismo).

Al contrario, los peor adaptados al medio morirían antes y sus genes y sus mutaciones no pasarían a la descendencia.

Dichas mutaciones genéticas dieron lugar con el paso de millones de años a la diversidad de seres vivos que hoy existen y a los que sabemos que en su día existieron.

Pero, ¿por qué restringir este tipo de evolución a los seres vivos?. Si consideramos que el Universo tiene unos 13.700 millones de años de edad y que comenzó con una Gran Explosión, a partir de la cual se originó todo lo que ahora existe (tanto lo que conocemos como lo que no), parece lógico suponer que esa evolución (evidentemente, no con una base genética como la antedicha), con unos criterios en parte semejantes, y quizás también unos fines, ha dado lugar al presente; y a lo más sorprendente de todo: a la vida.

L a Gran Explosión

Pero, vayamos por partes. Curiosamente, un astrofísico inglés, Fred Hoyle, defensor de la teoría del estado estacionario, trató de ridiculizar en la década de los 50 del siglo XX la teoría del paradigma cosmológico propuesto por Georges Lematre, físico y, lo que poca gente recuerda, sacerdote católico. Después de resolver las ecuaciones de Einstein sobre el universo entero, Lematre sugirió que ese universo se está expandiendo (lo que explicaba porqué Slipher y Wirtz habían observado un corrimiento hacia el rojo de la luz de las nebulosas espirales, lo cual se produce cuando algo se aleja de nosotros). En 1931, propuso la idea de que el universo se originó por la explosión de un «átomo primigenio», algo de lo que se burló Hoyle y por lo que lo llamó «Big Bang», Gran Explosión. Este fue el origen de todo, incluyéndonos usted y yo, y se define -trate de disculparme por la expresión- como una singularidad espaciotemporal de densidad infinita y físicamente paradójica. Después de 10 elevado a menos 35 segundos, el universo comenzó un periodo de inflación cósmica en el que la materia en forma de un plasma de quark-gluones bajó de temperatura y se produjo algo llamado bariogénesis, mediante la cual ese plasma dio lugar a protones, neutrones, etc.

Pasados 300.000 años, los electrones y los núcleos se combinaron (ya empezamos con las uniones, las combinaciones de materia que han seguido hasta nuestros días dando lugar a todo) y empezaron a formar átomos, principalmente de hidrógeno. Con el paso del tiempo, algunas regiones del universo empezaron a adquirir algo más de densidad y comenzaron a crecer gravitacionalmente, y la materia, que estaba casi uniformemente distribuida, comenzó a formar nubes astronómicas, galaxias, estrellas, planetas-¦

Y la evolución universal (semejante a la Darwiniana) siguió su curso, y en ella apareció un pequeño planeta en una de las innumerables galaxias (los cálculos se consideran ya muy difíciles por el elevado número, hay quien cita más de 500 mil millones de galaxias). Y ese planeta albergaba una serie de condiciones fisicoquímicas especiales capaces de hacer aparecer lo que hay en la actualidad.

Pero rebobinemos un poco. Hace ya unos cuantos años que los radiastronómos encontraron en una densa nube de gas y polvo interestelar, llamada Sagitario B2, una de las moléculas fundamentales de la vida: la glicina, el más simple de los aminoácidos que constituyen las proteínas, de las que estamos hechos los seres vivos. De la misma manera se han descubierto numerosas moléculas presentes en el espacio, lo que indica que es factible que si apareció vida en la Tierra también pudo haberlo hecho en otros lugares del universo (eso por lo que se refiere sólo a la vida tal y como la entendemos nosotros). De hecho, ya hay más de 300 exoplanetas descubiertos hasta ahora y algunos astrónomos sostienen que puede haber millones. Pero para darnos cuenta del problema baste un ejemplo: en 1974 de transmitió un mensaje desde Arecibo al cúmulo de estrellas M13 en la constelación de Hércules. Tardará 25.000 años en llegar por lo que, si hubiera vida inteligente capaz de responder de forma similar, la contestación sería recibida en la Tierra en el año 51.974. Sin comentarios.

El comienzo

Ahora volvamos a la Tierra. Unos cientos de millones de años después de que se creara la Tierra las pequeñas moléculas de los gases atmosféricos dieron lugar por efecto de las descargas eléctricas y del Sol a moléculas más complejas prebióticas (todavía no vivas). Pasado el tiempo se agruparon y formaron aminoácidos (de los que están hechas las proteínas, componente fundamental de usted) y ácidos nucléicos. Ëstos últimos comenzaron a almacenar información codificada de sí mismos y de las estructuras de las que formaban parte, de manera que se podía transmitir a copias de estas estructuras (los primeros descendientes). Mil millones de años más tarde de la aparición de este planeta ya comenzaron a presentarse los primeros seres vivos en forma de cocoides y después de bacterias (ya le decía que eran su antepasado, y el mío). Realmente, unos 250 millones de años antes parece ser que ya había formas de vida fotosintética (la de las plantas). En cualquier caso, el mismo criterio evolutivo (asociación de seres vivos más simples, mutación y selección) hizo que aparecieran hace 500 millones de años los vertebrados, 100 millones de años después los anfibios y otros 100 después los reptiles. Hace 200 millones de años los mamíferos entregaron su carta de presentación y hace 70 millones de años los primates. Los simios hace 30 millones de años, hace 7 el Australopithecus; hace 2,5 millones de años el Homo habilis; hace 1,5 millones el Homo erectus; hace 100.000 años el Homo sapiens y hace 35.000 años el gran novato, el recién llegado: el Homo sapiens sapiens.

La Gran Explosión, la Iglesia y Darwin

La Iglesia Católica ha aceptado la Gran Explosión como una descripción del origen del universo, compatibilizándolo con las vías de santo Tomás de Aquino, sobre todo con la «Vía del motor inmóvil». Aristóteles fue el primero en fijarse en el movimiento (entendido también como cambio) que se da en la naturaleza. Las cosas se mueven, es decir, cambian de un estado a otro. Según el principio de causalidad todo lo que se mueve es movido por otro, pero la serie no puede ser infinita ya que entonces no habría un primer motor ni un primer movimiento, un primer cambio (que sí lo hay: la Gran Explosión) y por tanto no habría motores y movimientos posteriores. Por eso, este razonamiento filosófico llega a la conclusión de que existe un primer motor inmóvil, equiparable a Dios, no movido ni sustentado por nadie sino por él mismo). Aristóteles lo llamó la causa incausada.

Curiosamente, no sólo el catolicismo parece ser compatible con la Gran Explosión, otras religiones y textos religiosos lo son, como el Kabbalah; interpretaciones modernas del Corán (en donde se señala que «el cielo y la tierra fueron unidos en una sola unidad de creación»); las tradiciones del Baishnava del Hiduísmo en donde se describe un estado primordial que explota mientras el Gran Vishnu observa, etc.

La pregunta ahora es obvia: ¿son compatibles Darwin y Dios? Se ha avanzado mucho en el cómo y el porqué de los fenómenos relacionados con la vida pero la pregunta del para qué sigue siendo inquietante, más inquietante cuanto más la reiteramos. Darwin comenzó a ofrecernos respuestas a las preguntas del cómo y el por qué, pero a la reiteración del para qué, del objetivo final, las personas creyentes terminan con un último y primer eslabón que es la causa incausada de Aristóteles: Dios, o como queramos llamarlo (sin otras connotaciones religiosas).

Para reflexionar

Espero, estimado lector, que sus ancestros, es decir, unas amables bacterias -“con toda seguridad parientes de las mías- estén contentos de que les hayamos recordado y homenajeado en este artículo, sin menoscabo de que reconozcamos, a su vez, que éstas procedían de un conjunto de moléculas que les dio por organizarse -vaya usted a saber para qué- y que miles de millones de años después les dio porque apareciera una personas que escribió este artículo, un servidor, y otra que lo ha leído, usted. Por cierto, insisto: indefectiblemente emparentados (entre nosotros dos y con el resto del personal, nos guste o no).

Así que, después de todo lo que se ha descrito, ¿de verdad merece la pena luchar por ciertas cosas?, ¿de verdad somos tan diferentes unos y otros?, ¿puede uno de los objetivos de la vida diferir de la unión de los individuos de nuestra especie como modo de progreso y mejoría de nuestro estado vital?.

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