Diario de León

El paisanaje

Con Washington, de tú a tú

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Núñez
León

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GOZAN DE merecida fama por esos mundos de dios los esfuerzos de la clase política autóctona para abrirnos de par en par las puertas de la globalización. Sin ni siquiera ser pedáneo de su pueblo empezó a lo bobo en los sesenta Alfredo Landa con aquella película de «Vente a Alemania, Pepe» y el mensaje acabó por institucionalizarse. Uno cree recordar que fue el ex presidente de la Junta, Juan José Lucas, quien siguió la estela del cómico justo al revés, o sea rumbo a Nueva York, a mediados de los ochenta con una abigarrada comitiva de ciento y la madre del PP, si bien con menos éxito que Landa. Iban a estrechar lazos, o algo así, con el Museo Metropolitano de aquellos andurriales, donde reposan no pocas reliquias de monumentos de esta autonomía, saqueadas por la incuria local a los curas en tiempos de Randolf Hearst, el magnate de la prensa amarilla que provocó el hundimiento del «Maine» y la Guerra de Cuba. Aquel viaje empezó mal, porque perdieron las maletas nada más llegar al aeropuerto y, al reclamarlas en la aduana, les pasó lo mismo que a las joyas de la corona de Castilla y León en el mar Caribe. «Vamos a ver», preguntó en espanglis el gringo de guardia, «¿Ustedes de dónde son?». «Españoles», respondió raudo Lucas. «Ah, hispanos», apunto el otro en la libreta, «¿Pero de qué parte de México?».

Pudo ser peor cuando otra embajada cazurra, no recuerdo bien si de Caja España -”la del bisonte loco, como dice Crémer-” se presentó poco después y fue inquirida en pleno avión sobre el objeto del viaje por motivos de seguridad nacional. El que más y el que menos declaró, acorde con la naturaleza eminentemente financiera del evento, que pensaba visitar las reservas federales de oro de Fort Knox, menos el entonces concejal Rodríguez de Francisco, que por dignidad leonesista se negó a firmar nada si no era en presencia de su abogado, el cual, naturalmente, era él mismo y no le daba la gana. Fue detenido en el acto y a punto estuvo de ser deportado a León, pero de Nicaragua. «De buena te has librado, compadre Pelines», le dije a la vuelta, porque es amigo. «¿Lo dices por los yankis?», saltó muy ufano. «No; por Daniel Ortega», le advertí yo.

Y la cosa no quedó ahí porque al poco de ser repatriados, gracias a Dios y a que todavía Moratinos no había sido nombrado ministro, despejó hacia León (Guanajuato) el ex alcalde Mario Amilivia con un mariachi municipal no menos nutrido a fin de hermanarnos con la otra ciudad homónima. Fueron agasajados en hoteles de lujo de acuerdo con el tradicional sentido mexicano de la hospitalidad. Poco más dio aquello de sí para la provincia, aunque los enviados especiales mandaban desde allí unas crónicas alucinantes después de descubrir el jacuzzi y la cerveza Coronitas, por este orden o todo junto, eso nunca lo sabremos. Finalmente y hace apenas un par de meses otra expedición de la Junta con destino a Brasil fue igualmente interceptada en Río de Janeiro al negarse a pagar la «mordida» del guardiña aduaneiro.

Si le cuentan todo esto a Marco Polo, no se lo cree, así que no es de extrañar que el alcalde de León, Francisco Fernández, haya pedido al regreso de su viaje a Washington que no se le tome a cachondeo, antecedentes aparte. Acaba de firmar un convenio con la Universidad de Seattle para ceder el Palacio del Conde Luna como residencia de estudiantes americanos en Europa, a ser posible en mayo. Las rúbricas ahí están y no es cuestión de ponerlas en duda, aunque sí los plazos: cómo restaurar en meses y sin un duro el emblemático edificio que nos ha costado ocho siglos arruinar.

Por lo demás y si no se confunde el Estado de Washington con Washinton Distrito Federal, donde el negro Obama vive en la Casa Blanca, ambos al norte, pero uno junto a Alaska y otro a tiro de piedra de Nueva York, a seis mil kilómetros, nuestros embajadores tienen porqué estar safisfechos: Seattle, la capital del Washington pequeñín tiene trescientos mil habitantes y es, más o menos, como León y Ponferrada juntos, su economía se basa en la agricultura y la minería y su Senado, de 49 mientros es sólo un poco mayor que la Diputación. En cuanto a sus universidades, poseen 78 centros, casi tantos como aquí, uno de los cuales debe ser la parte contratante de la primera parte con la que hemos firmado. Por último y siguiendo con las similitudes, nos parecemos en que allí se fundó la Boeing en 1917 y aquí estuvimos a pundo de tener la escuela de pilotos del Eurofighter con Aznar. También está la sede de Microsoft y Nintendo, mientras que en León no nos tose nadie con el Inteco.

Lo único que no se entiende es por qué Bill Gates padre, el progenitor más rico del mundo, apadrina el convenio pidiendo subvenciones al Ayuntamiento.

Menos cachondeo, alcalde.

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