Marceará

MARZO está a la vuelta. Gran noticia. Marceará lo suyo y mayeará un rato. Este sol ya templa el tapial de los muros y la paisanada que lo sabe arrima la pana y el culo allí, al abrigo del relente y cara al sol, pero con boina hecha teja sobre la ceja, que el sol de febrero es pedrada en el tarro calvorota... mira, si no, a los pájaros o al corral, «en febrero busca la sombra el perro», cuidadín, rapaz, y ponte esa gorra.

La primavera ya está en capilla, nos decimos, siendo verdad mentirosa en estos climas, porque entrar, entra, pero a ratos, a trompicones y riendiéndose a un invierno vago que aún guarda su nevadona de abril en aquellas montañas y estos cuestos. Quedan todavía un montón de heladas de canino lobuno y tiritera, pero a la hora del pote el solín ya hace que calienta y da gusto a las paisanas el quedarse un rato a la ventana o tras cristales fisgando como fiscalas el rodar de la calle.

Este solete de primavera madrugona es la mejor noticia que tiene la gente. El nublado nos amoruga y diez días lloviendo nos desquician. Menguan las noches, ¿lo compruebas?... Al menos en el sol se puede creer... y las estrellas, los peces, las gacelas o el perejil siguen en su norma de milenios y a su bola ignorando nuestras tribulaciones y gravedades. Ese sol que va engordando cada día es el que hará crecer lo que ahora siembres, porque digo que algo habrá que sembrar en esos baldíos de abrojos y en los adiles de la moral.

En este tiempo febreril y marceño de primaveras falsas me contagio en muchos andurriales leoneses de la terquedad de las plantas que luchan a lo tonto contra los elementos. No aprenden, menos mal, y ensayan con el primer engaño su renacer; verdea el mimbre aunque la helada lo acogote o queme el brote precoz. Se nota en los colores del paisaje su lucha contra el pardo y lo pajizo, una bendita cabezonería de salirse con la suya. Y se saldrá. ¿Qué más quieres para restablecer tu fe en que mañana amanecerá otra vez sobre los altos de La Candamia?...

Marzo está a la vuelta. Tienes que ir a esos sitios que sabes a tomarle el pulso a los días, sacar la fiambrera junto al regato y oír el latido de la tierra y de las varas. Y sabrás que en junio habrá marallos de hierba segada altos como murias, aunque maldecirás entonces el haber malvendido las vacas por un dinero que ahora ordeña el banco.