Diario de León

Diario de una aventura

La peor de las pesadillas

Estábamos muy asustados y exhaustos pero ya nadie hacía preguntas: el objetivo era cortar y cortar las velas hasta hacerlas jirones porque nos iba la vida en ello

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Como ya comprobastéis por la crónica publicada ayer, nuestra situación era desesperada. O cortábamos las vela o nos ínamos a pique en cuestión de minutos. Emilio clava su navaja contra todo, y lo peor de todo es que ahora los jirones se azotan con tanta violencia que si te enganchan te pueden matar sin duda alguna. María nos dice que nos arrastremos por la cubierta para que las poleas, cabos de cuerdas, trozos de vela, y un sin fin de metales que vuelan por todas partes no nos golpeen.

Teníamos las manos heladas, pero conseguíamos cortar cada vez más y más. La vela de repente dejó de inflarse para ahora estar hecha jirones. Seguía haciendo resistencia, pero el velero ganó medio nudo de velocidad, suficiente para meternos de nuevo poco a poco al interior de la bahía rozando los acantilados. El velero tocó dos veces en el fondo con el casco y gracias a que es de acero lo soportó. Nos metemos al puente exhaustos, y el capitán nos dice que hemos librado los acantilados, pero necesitamos quitar más vela para poder gobernarlo. Hemos ganado una batalla pero no la guerra. Tenemos que volver a salir. ¡Es de locos!, pero ya no hacemos preguntas, seguimos vivos todos. Seguimos actuando como autómatas: cortar, cortar, cortar,...

Hay una gran superficie de tela especialmente violenta que se abanica sin piedad y hay que cortarla sí o sí. Nos organizamos y subimos al mástil de nuevo Luis Turi y yo. Luis me sujeta y yo que peso menos subo algo más y me pongo a cortar un amasijo de tela superresistente, fibra de vidrio y cables acerados. Tengo que utilizar la sierra, y esta parece que funciona. Me empleo con toda mi fuerza, y en un golpe de mar el barco se inclinó tanto que casi desde el mástil rozamos el mar, una ola nos cubre por completo y le golpeo con la sierra a Luis en la cara. Le he cortado y sangra abundantemente. Me he cobrado la segunda víctima.

El caso es que conseguimos cortar ese mazo, de telas. María y Emilio, junto a Marcelo, conseguimos hacer una labor increíble, aunque ha quedado todavía bastante tela. Nos juntamos en el puente, extenuados, empapados casi sin visión por el agua salada y el impacto de la nieve y hielo que nos golpeaba sin piedad, y todos miramos el ploter a ver en qué punto del mapa estamos, pero seguimos sin radar, y aquí la experiencia del capitán es decisiva; desde el barco de la Armada chilena nos dicen dónde nos encontramos con su radar y Roger lo interpreta para poder esquivar al resto de los barcos. Estamos en una pequeña bahía cerrada, y esto es dificilísimo, teniendo menos de un nudo de velocidad. Nos llaman asustados desde el buque chileno y nos dicen que estamos a sólo 200 metros de su casco, pero en el último momento lo esquivamos. Estábamos rotos, extenuados. El velero estaba que daba pena verlo, hemos perdido el radar, la electrónica, las antenas y comunicaciones, parte de las barandillas, poleas, cuerdas, las velas, nos hemos quedado sin la planta de desalinización, sin agua, bombas estropeadas, en fin que los destrozos son graves, y superan los 25.000 dólares, pero todos estamos extrañamente relajados, ¡estamos vivos!. Hemos pasado la peor de las pesadillas. Por la mañana nos dirigimos a la base española Gabriel de Castilla donde estaban informados de nuestra situación porque mientras tuvimos radio dimos la alarma general al resto de los barcos. Ha sido terrible, nos informan en la base; ellos también han tenido problemas, con un domo que les ha salido volando una parte, también una antena muy grande se les ha caído, etc... y en la otra base española, la Juan Carlos I, se les han volado muchas cosas, entre ellas ¡la moto de nieve!. Ahora estamos frente a la base española reparando el velero, aunque definitivamente no tendremos velas, pero sí motor, por lo que seguiremos navegando más hacia el sur, hacia el interior de la península, para visitar los canales helados más espectaculares.

Estamos muy impresionados por lo que nos ha pasado. Este es sin duda un verdadero Desafío Extremo, pues lo haremos en un velero tocado por este temporal infernal, y nos anuncian peores tempestades.

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