A CADA DÍA SU AFÁN | JOSÉ-ROMÁN FLECHA ANDRÉS
Obama: la crisis y la vida
EL SÁBADO, 28 de febrero, veinte mil personas escuchábamos a Jim Wallis en el congreso de Educación Religiosa de Los Ángeles. Hacía tres semanas que había sido invitado a la Casa Blanca por el presidente Obama junto a otros catorce líderes de las religiones más difundidas en el país. El presidente les dijo que la crisis presente no es sólo financiera y económica: es también una crisis social y moral. En este contexto, las gentes volverán sus ojos a las religiones, buscando en la fe apoyo y fortaleza. En consecuencia, el presidente pedía a los líderes que supieran devolver al pueblo la confianza necesaria para afrontar este momento. La inmensa multitud de católicos aplaudió con fuerza como para indicar que aceptaba esta invitación y este reto.
El lunes 9 de marzo el presidente de los Estados Unidos ha firmado el decreto que permite la financiación pública de la investigación con células madre embrionarias. Como se sabe, en agosto del año 2001 el presidente Bush había vetado el uso de fondos públicos a esa investigación que supone la destrucción de embriones humanos. Al contradecir la postura de su predecesor, el presidente Obama ha reconocido que «mucha gente reflexiva y decente tiene un gran conflicto, o se opone a este tipo de investigación», por considerarla equiparable al aborto. Según él, «debemos respetar» a los que no consideran éticamente aceptable la investigación con células madre embrionarias. Pero se silencia la importante investigación norteamericana y japonesa que ha logrado ya grandes éxitos en la reprogramación de las células adultas, que no implican los dilemas éticos que comporta la muerte de los embriones sometidos a la investigación.
Lo más sorprendente es que el presidente ha justificado su decisión invocando el deber de ayudar a otros seres humanos: «Como creyente, creo que hemos sido llamados a cuidar los unos de los otros y a trabajar para aliviar el sufrimiento humano. Creo que se nos ha dado la capacidad y la voluntad para llevar a cabo esta investigación, y la humanidad y la conciencia para hacerlo con responsabalidad». A pesar de la nobleza de las palabras, con esa técnica se reduce a unas personas a la categoría de medios para intentar curar las enfermedades de otras.
La prensa dice que Obama ha apelado al deber «cristiano» para justificar su decisión política. En realidad, se ha profesado «creyente», que no es lo mismo. Evidentemente no ha querido definirse como seguidor de Jesucristo, en un país de una enorme pluralidad religiosa.
Finalmente, el presidente Obama ha prometido que su Administración no autorizará la clonación reproductiva: «Es peligrosa, profundamente errónea y no tiene lugar en nuestra sociedad ni en ninguna sociedad». Algo es algo.
Pero es lamentable que quien pide apoyo a las religiones en un grave momento de crisis, ignore y ofenda a los pocos días los sentimientos de la mayor parte de esas mismas confesiones religiosas.