Diario de León

CORNADA DE LOBO | PEDRO GARCÍA TRAPIELLO

Marzo nidarzo

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ESTÁ estos días la pajarada inmensa piándola y ligando a troche y moche, precipitando emparejamientos los rezagados y preparando piso todos ellos... cuántos afanes y cuántos trinos de chiriví-chiriví, tupamí, yopatí, chiriví, venteacá, chiriví, quieremé, queteví, tepillé, ponteaquí, techingué... y quietahí, átate al nido y a recoser... porque está acabándose el mes de hacerse el nido o repararlo. Lo demás llegará como está escrito en un guión de unos cincuenta millones de años... ¡umás!...

Uno de los primeros refranes que oí de bien crío fijaba el calendario pajarero con rima recordadiza y ya nunca lo olvidé: «Marzo, nidarzo; abril, hueveril; mayo, pajarayo; y por san Juan, pajaritos a volar».

Con el calor de estos días, los pájaros cazurros que se pasan el invierno haciéndose pelota sobre un resguardado alero al solete, se han creído aún más su primavera de nupcias... y se han puesto a darle. Dale que dale sin duelo. Eso es que intuyen que viene añada bien prometida y hay que aumentar la prole, una apuesta por lo hueveril echando cuetes y cagando tariles... ¿será por huevos?... ¿será por crisis?... ¿o será por tanta nieve de bienes?... mira cuánta hay en los cobertores de la peña y cuánto pajaro montesino está entreteniendo su vuelta a la montaña en riberas y hasta en parques urbanos donde han aprendido a comer gusanitos de carrín, pipas, chuches y toda la broza nutritiva y basurera que parece criarse en las ciudades por generación espontánea.

Quienes tienen ganas de nido, pero no alcanzan, son Joserra y Mavi; quizá les conozcas. Se casaron hace casi un año, pero no ven piso ni tienen con qué, siempre aplazando la horca y la hipoteca, aún más ahora que a Joserra le pillaron los huevos con las tenazas candentes de un «ere que ere» prometiéndole que el despido será coyuntutal, nunca más de seis meses y... ni las tiene todas consigo, ni el banco le prestaría un impreso de solicitud... así que el suyo es, como antaño era normal, un «matrimonio de visita», de los que tras la boda se obligaban a vivir cada cual en casa de sus padres en tanto que se les aparejaba nuevo nido, casa propia... Joserra rumia en ocasiones una vieja copla pampera, «... quisiera hacerme perdiz para huir a algún pago lejano... pero la verdad, paisano, me gusta el aire de aquí »...

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