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Varias ciudades acogen hoy manifestaciones para pedir una salida que evite volver al subarriendo

El paro y las «hipotecas basura» frenan el sueño inmigrante de tener piso propio

En una carta a Zapatero destacan la contribución extranjera al crecimiento del país

Publicado por
Manu Mediavilla
León

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Actualizado:

madrid

Cuando ya uno de cada cuatro inmigrantes había hecho realidad su sueño de tener una vivienda propia en España, el desempleo provocado por la crisis y la consiguiente dificultad de pagar las que califican de hipotecas basura , amenazan con hacerlo añicos. En el horizonte residencial de miles de personas llegadas de países en desarrollo se dibuja incluso una vuelta a un sufrido pasado de subarriendo y hacinamiento. Por eso sus organizaciones, junto a otras que luchan por una vivienda digna, han empezado a hacer oír su voz y a movilizarse. Hoy domingo lo harán en Madrid, Barcelona, Valencia, Pamplona, Murcia y otras localidades menores.

La convocatoria, firmada por la Coordinadora Nacional de Ecuatorianos en España (Conadee) y una Asamblea de Afectados por las Hipotecas que se reunió en Madrid el 15 de febrero, recuerda que compraron sus pisos «para dejar atrás las condiciones inhumanas en las que habitábamos» y conforme al sistema habitual en España de créditos hipotecarios. «Inmobiliarias, bancos y cajas nos incentivaron y dieron todas las facilidades para endeudarnos», añaden, pero con «muchas irregularidades» (pisos sobrevalorados, avales cruzados entre los mismos deudores, avalistas como copropietarios y codeudores, cobro de diferenciales desproporcionados sobre el euríbor) que les hacen sentirse «víctimas de fraude».

Pagos responsables

En una carta dirigida al presidente del Gobierno español, los promotores de esta Jornada estatal de movilización contra el fraude inmobiliario y las hipotecas basura subrayan la contribución de la inmigración al crecimiento y al superávit de la Seguridad Social.

«Hemos pagado con responsabilidad y puntualidad los créditos hipotecarios», remachan. Pero la crisis, con su secuela de paro y «drástica reducción de ingresos», los ha abocado a «entregar los pisos o declararnos morosos». Dos pésimas opciones que, primero, se traducirían en «desahucio, volver a condiciones infrahumanas y hacinarnos en habitaciones individuales» y, después, debido a los «precios actuales sumamente inferiores a los evaluados al contratar el crédito», en la permanencia de parte de la deuda tras perder el piso y las cuotas pagadas.

Esta situación también ha sido denunciada por otras organizaciones (V de Vivienda, Plataforma por una Vivienda Digna, Ahorcados por la Hipoteca, Unión de Propietarios de Viviendas Familiares con Hipotecas Impagables), que alertan del peligro de exclusión social que acecha a las 80.000 familias que ya no pueden pagar su hipoteca.

Al tener menos redes de apoyo económico familiar que la población autóctona, los inmigrantes han sido los primeros en quedar atrapados en esa madeja crediticia. Incluso aunque aguantaran el chaparrón deudor con su prestación de desempleo, a muchos les seguiría hipotecando su condición de avalistas.

Un riesgo real

La exclusión residencial es un riesgo real que haría retroceder varios años la integración de las personas llegadas de países en desarrollo, que en la Encuesta Nacional de Inmigrantes 2007 dejaban ver su progreso social.

Como los extranjeros de países ricos que se han instalado en la costa y las islas, también los inmigrantes de países no occidentales han ido comprando casa, hasta alcanzar un 30 por ciento de propietarios entre los procedentes de África, por encima de los latinoamericanos.