Aunque la especie se recupera, los expertos piden mejoras en los tendidos eléctricos
El águila imperial multiplica por seis sus ejemplares en treinta años
La conservación de los hábitats es esencial para que la especie pueda nidificar y cazar
león
El Servicio de Información y Noticias Científicas recoge los resultados de un estudio demográfico realizado en la Península Ibérica y publicado en la revista Oryx, en el que se afirma que la población española de águila imperial ha pasado de 38 parejas en 1974 a 253 en 2008, lo que significa que su número se ha multiplicado por seis. Según ha explicado Santiago Mañosa, biólogo de la Universidad de Barcelona y uno de los autores del estudio, «el trabajo muestra que la especie se ha recuperado y que tiene una buena capacidad de respuesta a las actuaciones de conservación».
Por otro lado y, aunque ya se sabía desde hace tiempo, el estudio demuestra una vez más que se trata de una especie muy sensible a los cambios en la supervivencia adulta. Entre las razones por las que el águila imperial ibérica, la más amenazada de las aves europeas, según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, tenía dificultades en aumentar sus poblaciones, destaca la temprana mortalidad de los ejemplares adultos debido, sobre todo, a la electrocución en tendidos eléctricos y al empleo de venenos para el control de depredadores.
Productividad
Aunque la amenaza principal es distinta en cada comunidad, Mañosa señala que la conservación de los hábitats es esencial para que la especie pueda nidificar y cazar. «Gestionar bien las poblaciones de conejo es fundamental porque es su dieta en todas las regiones durante el periodo reproductor», añade el biólogo.
En el estudio se señala que la especie se ha recuperado de forma espectacular en los últimos 30 años. A pesar de ello, y aunque durante este tiempo las cosas han ido bien, «se puede ir todo al traste en cinco o diez años si no se mejoran los tendidos eléctricos que siguen siendo un problema muy grave para esta especie y el proceso en su corrección va muy lento», advierte el investigador.
Según se recoge en la investigación, el incremento del número de ejemplares se incrementó de 38 parejas en 1974 a 198 en 2004, con una productividad de entre 1,19 y 1,29 pollos por hembra al año y una supervivencia adulta entre 0,92 y 0,99, según los períodos. «El aumento continuado de ejemplares durante el período de estudio sólo se vio interrumpido durante la década de los noventa, por un repunte de la mortalidad adulta», apunta Mañosa. Entre 2000 y 2004 el crecimiento se aceleró de nuevo, tanto por la disminución de muertes adultas como por la disminución de la mortalidad juvenil y de la edad de la primera reproducción. Según datos del Ministerio de Medio Ambiente, en 2008 había 253 parejas de águila imperial. A pesar de estos datos, el águila imperial ibérica sigue en peligro de extinción, al estar aún muy por debajo del umbral de 500 parejas necesarias para hablar de una recuperación total de la especie.
El incremento de ejemplares se notó especialmente en Castilla-La Mancha, donde reside el mayor núcleo poblacional (73 parejas) y donde crían al menos 9 de las nuevas parejas reproductoras, frente a las 4 que ganó Castilla y León (que alcanzó las 33) o las dos de Extremadura (49). En los tres últimos años Castilla-La Mancha fue la región que vio crecer más la población (19 parejas más desde el año 2004), si bien el aumento de Castilla y León en ese mismo período, (12 parejas), es proporcionalmente más elevado.
El aumento registrado en Castilla-La Mancha se debe, según los expertos, a la disminución de la mortalidad por electrocución en tendidos eléctricos, que fueron modificados por las administraciones, sobretodo en la década de 1990, por lo que la supervivencia del águila aumentó.
Sin embargo, la especie sigue teniendo problemas para su subsistencia y rehabilitación. Así, según se recuerda desde SEO/BirdLife, desde 2006 se han contabilizado 120 ejemplares muertos por electrocución y choques contra tendidos eléctricos (primera causa de mortalidad), y otros 95 por ingestión de cebos envenenados en el periodo 1990-2006.