CORNADA DE LOBO | PEDRO GARCÍA TRAPIELLO
Talón... de Aquiles
LAS SEDES de los partidos no se diferencian mucho de una gestoría o una procesión. Se trastea el ruego y se desfila, se trampea y se besa al santo... ¿serán también santas sedes?...
El papel de tesorero de un partido es fundamental; es él quien engrasa la maquinaria; sin él no habría banderitas ni mecheros de propaganda en los mítines electorales... ni sueldos en el aparato. En las sedes de los partidos hay muchos empleos (un empleo no es necesariamente un trabajo) y se coloca un buen montón de tropa leal en nómina. El tesorero, pues, es como el gerente de la empresa, el dueño moral de la contrata y de los talones... de Aquiles. Además, lo sabe casi todo porque está en la pomada. Un papel fundamental el suyo, sí señor; y blindado. En cuestión de financiaciones, créditos y combustibles, el tesorero conoce todos los nombres, los porqués y el por dónde hubo que colar el gol.
A un tesorero en entredicho no se le puede dejar a su suerte... ni darle la espalda o una puñalada. Suelen revolverse entonces y escupir saliva de dragón que deja ciegos los ojos. Pero si se habla de tesoreros nacionales, las palabras son mayores... y los talones, mayúsculos. Por eso su información será siempre su coraza, porque si anda a menudo con grasa, acaba pringando a todo el que le de la mano (y qué pensar del que abrace con efusión).
Si en el aparato financiero de un partido cae un administrador como el evangélico, las cuentas acabarán por la nubes y las perras por los sótanos. ¿Será el caso del tesorero de los populares que anduvo estos días del candelabro al patíbulo y del coro al caño, coño qué trago?... Si hay pringue, habrá difícil defensa. Feo asunto.
Así las cosas, otra vez sobre el tapete atufa el escándalo. Y de nuevo se insiste en la necesidad de una ley de financiación de los partidos. Es necesario saber quién da y quién vende, aunque el porqué nunca se haga evidente.
Cuando el torpedo de Filesa mancilló (folló) la honestidad socialista, se clamó mucho por esa ley. Cada poco revive esa insistencia. Ahora, también. ¿Y?... Pasado mariana por la mariana , los que hacen las leyes, unos y otros, olvidarán el clamor y volverán al tambor, al redoble de los cofrades recaudadores con su tesorero mitrado al frente. ¿Para qué cambiar la cosa si a todos les encanta el mecanismo?...