Diario de León

CORNADA DE LOBO | PEDRO GARCÍA TRAPIELLO

Un libro, un fósil

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DENTRO de cuatro generaciones, ni una más, se morirán del todo los libros. Restará cierta industria editorial, pero limitada a ediciones especiales, cosas de lujo; se les tendrá por obra de artesanía nostálgica y cotizarán en salas de subastas. Los demás morirán, el libro de bolsillo o estantería, el de texto, las novelas de escaparate y la enciclopedia Salvat. Se salvarán los mamotretos sagrados de altar y el librote constitucional sobre el que algunos ministros juran en vano (aunque hay dudas, supongo que se librarán, pues todos los mitos son ritos... y los ritos pitos son).

Para entonces, así que pasen cien años, todo se leerá en pantalla de ordenata o terminal de bolsillo, hablarán las paredes, informarán los plasmas callejeros y llevará la gente grapado al brazo un guantelete con tele, banco, clínica, fisco, catastro... y un concejal hurgacojones que nos espiará de continuo. Todo lo que haya de leerse será digital y apenas quedará tiempo o ganas para la lectura antigua. La información fluirá instantánea resolviendo cualquier duda o necesidad y en nuestra muñeca tendremos al momento la página de un libro de la biblioteca del Congreso en Washington o la edición en swagili del Quijote. Pero el papel como tal habrá desaparecido entonces. ¿Y los escritores?... ¿Cómo se sabrá mañana quién es escritor?... Ya inventarán para entonces librerías de Internet para descargar novedades (previo pago; ¡buena es la Sgae!). Habrá autores más demandados que otros, unos en el candelabro y otros en el rincón oscuro del mercado, como ahora... pero ¿seguirán siendo esclavos de la insdustria y de la moda como ahora los son los escritores programados para el best seller?... Sin embargo, habrá más autores que nunca; y los habrá muy buenos deambulando entre entre las poblaciones literarias de la cosmografía de la Red, aunque leídos por una minoría, como ahora... ganará la Literatura, pero no el lector.

¿Y quién tendrá entonces tiempo para estar al tanto de lo que se escriba y piense?... ¿cómo orientarse en esa Babel babilónica?... Con tanta catarata informativa y literaria, ¿seremos más claros o más confusos, más listos o aturdidos?... ¿tendremos alguna idea propia, original, o seguiremos alquilándolas a quien nos digan los gobernadores de la opinión?... Pregúntate.

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