El paisanaje
El cocherito leré
LA QUE SE HA LIADO con la subvención de dos mil euros a la compra de coches ha sido fina, según el gremio de concesionarios, que ahora sopesa reconvertirse a la chatarrería. De entrada los que ya iban a dar una entrada para mercar otro buga en mayo han dado marcha atrás después del Debate sobre el Estado de la Nación, pensando con buen criterio que merecía la pena esperar a ver qué pasaba en junio, mes en que Zapatero iba a soltar duros a cuatro pesetas: exactamente una la ponía él en persona, otra las autonomías y dos más las fábricas. Luego resultó que gobiernos regionales, como el navarrico -”viva San Fermín, que va quedando poco para el verano-” ya estaban ofreciendo el doble, lo mismo que Esperanza Aguirre en Madrid con descuentos del impuesto de matriculación. En Castilla y León, donde la Junta había propuesto ya antes una propinina de mil euros con el voto en contra del PSOE, el portavoz socialista Óscar López tuvo que dar a última hora un volantazo de ciento ochenta grados y aún no se sabe cómo quedará la cosa. Derrape se le llama a eso.
Respecto a las demás autonomías la Generalitat catalana ha dicho que la pela es la pela, no en vano la peseta fue inventada por un tal Figuerola, y la Xunta gallega que lo siente un carallo, pero no tiene suelto desde que Touriño compró un coche oficial más caro que el de Obama, por cierto de una marca exótica que nada tenía que ver con los pobriños «haigas» fabricados en Vigo. Hay quien opina con morriña fiscal en las Rías Baixas que, si de lo que se trataba era de relanzar la industria celta del motor, hubiera sido igual de productivo haberle comprado a Touriño para coche oficial una camioneta Barreiros tuneada, como van todas en Cuba desde que el empresario motorizado gallego fue acogido por Fidel después de dar quiebra aquí. Por último, el resultado es que se venden menos coches y que el mismo modelo tiene distinto precio y subvención, según donde lo compre usted: en Mieres o en Villamanín, en Puente de Domingo Flórez o en Ponferrada, ni en El Escorial que en Arévalo, dicho sea por poner sólo tres ejemplos que caen cerca. Esto no pasaba con el «seiscientos» de Franco.
Recurrir cada día a una ocurrencia presentándola como idea propia en clave de marketing electoral para salir de la crisis no es nuevo. El día menos pensado Zapatero dará a conocer otro plan renove para la industria de electrodomésticos sin caer en la cuenta de que ya lo inventó tal o cual autonomía (ayer mismo llevé yo a Tele Mark una tele en blanco y negro para cambiarla por otra de plasma y me costó más la carretilla); o el turismo de invierno (pregunte en el Inserso por Felipe González); o el alquiler municipal de bicis (en casa Senén); o las viviendas sociales y minipisos de cierta ex ministra con derecho a cocina (mire en la web de la Universidad www.sealquilaaestudiantes.es); o el negocio en picado de los restaurantes (bautizos y comuniones laicas, para entierros civiles pagar por adelantado); o las soluciones al cambio climático y la sequía de la también ex ministra Narbona (mejor hágale una lluvia de rogativas a la Virgen de Castrotierra y, si es para los pimientos, a la de la Encina); y, en fin, así todo el rato.
Se queja el Gobierno de que sus propuestas para salir de la crisis no alcanzan la suficiente credibilidad en la opinión pública porque algunos periódistas nos cachondeamos de ellas en plan «cuarto poder». Y no es así. El que manda en serio es Zapatero y nosotros, como suele decir un veterano colega, sólo somos «el cuarto joder, porque todo lo que tocamos lo jodemos». Es en lo único que nos parecemos al paisano presidente del Gobierno.
Este Gobierno trae ideas para parar un tren, incluido el AVE, que ahí sigue en vía muerta cuando no se le inundan los túneles de Pajares, otra trampa electoral para pardillos asturianos y leoneses como su propio nombre indica. Ya ni en casa está uno a salvo de las promesas electorales. El otro día cuando se nos fundió una lámpara intenté tranquilizar a mi señora: «chati», le dije, «cámbiala por una de las dos bombillas de bajo coste del ministro Sebastián». Pero, como no la mandó, seguimos a dos velas.
Ahora hay una distraida polémica sobre ese aborto de ley de la ministra Aído después del tan manido póntelo pónselo en el cachirulo. Vaya desde aquí un homenaje póstumo a Pinga, el limpiabotas que vendía los condones de matute en el barrio de Santa Marina, hará de esto unos cuarenta años, adelantándose otros tantos a Bibiana y la Trini, cuando en las farmacias no te los daban si no era con receta. En esto el Pinga, que había estado en la División Azul, fue un pionero de izquierdas.
Limítese Zapatero en deflación a reinventar las rebajas.