CORNADA DE LOBO | PEDRO GARCÍA TRAPIELLO
Libros con patas
EL ANDAR por la acera es lo único que nos iguala (y diría que es lo más democrático si la democracia existiera). En todo lo demás es discutible la cosa, lo de la igualdad. Y es que la acera han de pisarla todos. En dos cuartas de ella puedes atropar a la vez al pobre, al rico, al feo afanoso, al guapo vago, al chulo, al noble, al vasallo, listos, tontos... y todos ellos con su femenino pertinente, no vayas a dejarlas a ellas sin su honra y su cirio en este entierro.
En las aceras de barrio la tropa que pasa acaba siendo la misma, pero en las del centro está el bulto grande del ecosistema humano, la representación global de una ciudad, de su ejército de aires y costumbres. Diez minutos en una esquina céntrica proporcionan más argumentos y novelas que el escaparate de una librería (en realidad, todos somos libros con patas).
Si quieres pasar el rato, puedes ir anotando y poniendo nombres y vidas supuestas a todo el que veas. Apunta: Aníbal Suárez, setentaidós, jubilado de Antibióticos, «corredor de bolsas» del súper, recadero por su bien, anda, que así te da el aire... Emilín Torices, treinta y tantos, de corbatina chillona el tío, gafas de sol y pelo lacado, empleado, pringadillo, sonriente como un viajante y acelerando importancias con un portafolios de plexiglás negro y vacío... Ascensión Fuertes, en su cincuentena, aferrada a su bolso de imitación mala, no cesa de echar reojos, y eso quiere decir que lleva dinero porque vuelve del banco y va a comprar un lavavajillas... Raúl Baíllo, paramés seguro, morenete de pescuezo, con cara de haber mercado algo o de haber cobrado alguna subvención patatera, anda despacio y se ve que entretiene el regreso hasta que le salga el coche de línea... Conchita Reyero, solterita y sesentona, feúca y devota, va o viene de alguna visita sacramental... Braulio Daoiz (¿perdería el velarde en alguna guerra?), industrial navarro, traje de entretiempo, vino a liquidar un negocio de disolventes en esta plaza; y quien lleva al lado bien podría llamarse Guillermo Termenón, cazurro de padre estudiado en Oviedo y asturiano de puta madre, tiene una asesoría fiscal y medió en el negocio del navarro llevándose su tajada, así que van los dos a rubricar el trato opíparamente en Bodega Regia... y esa que va unos pasos más atrás ¿no es Caminín del Valle?... ponle tú una vida...