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A CADA DÍA SU AFÁN | JOSÉ-ROMÁN FLECHA ANDRÉS

Aborto e infanticidio

Publicado por
JOSÉ-ROMÁN FLECHA ANDRÉS
León

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EN LOS MEDIOS se nos habla de una «segunda» ley del aborto. No es exacto. El aborto no estaba legalizado en España. Hasta ahora, el aborto era un delito. Estaba despenalizado en tres situaciones. Había tres supuestos en que el aborto podía ser despenalizado, es decir, absuelto de la etiqueta de delito.

Eso era la letra. La realidad ha sido otra, más dramática y mucho más obscena. La muerte se ha convertido en un negocio entre nosotros. Y la irresponsabilidad de algunos ha escandalizado a los mejores profesionales de la medicina.

Nuestra picardía, acostumbrada a saltarse leyes y semáforos, ha permitido a los desaprensivos ignorar la dignidad de la vida del bebé. Ahora, el gobierno de España quiere promulgar una ley sobre el aborto. Las tres «indicaciones» anteriores se van a reducir a un esquema de plazos, aunque reaparezcan algunos supuestos para alargarlos.

Esa reaparición no es inocente. Implica, al menos, dos riesgos que se presentan como más que probables.

La nueva ley se acerca peligrosamente a la legalización del infanticidio. No lo ha dicho un obispo católico, como muchos esperaban, sino una conocida política de izquierdas, tan respetable como nadie. La palabra «feto» alarma bastante menos que la palabra «bebé» o la palabra «niño». Pero gracias a la nueva ley, se borran fácilmente las distancias. Suavizar las palabras no maquilla la tremenda realidad de la muerte de un hijo.

Gracias a Dios, y a algunos de los profetas que Él envía siempre al mundo, en los últimos años hemos aprendido a respetar a los discapacitados. En Italia los llaman con un nombre más respetuoso: los «capacitados de otro modo», o los «diversamente hábiles». Pues bien, ya se dice que en el futuro no veremos por nuestras calles a muchas de estas personas tan ricas en afectividad. La nueva ley implantará en la sociedad una tendencia eugenésica que permitirá la supresión de los discapacitados, es decir, su muerte prematura.

Es verdad que a la opinión pública lo que más le preocupa es un detalle que parece de menor importancia para algunos. Según el proyecto de ley del aborto, las chicas menores de edad podrían tomar la decisión de abortar sin contar con la aprobación de sus padres o tutores.

Se dice con razón que en otros muchos casos menos dramáticos necesitan el consentimiento de su familia. Parece una contradicción que no puedan decidir en lo menos y puedan en cambio tomar decisiones autónomas en lo más grave que les puede acontecer.

También se dice ya que posiblemente este detalle haya sido añadido para poder retirarlo a la hora de los debates parlamentarios. De esa forma, el legislador daría muestras de una voluntad de flexibilidad y de consenso. La hipótesis suena a ironía.

De todas formas, la ley nos retrata a todos. Nos recuerda que hace falta una educación integral y un cambio de actitudes morales que para nada se está propiciando.