«Detrás de la destrucción hay más desidia que especulación»

Una memoria de la historia arquitectónica de León. De lo que se perdió, de lo que se recuerda, sobre todo de lo desconocido. Más de setenta edificios, desde gigantescos conventos hasta soportales, de palacetes a chalés, que fueron parte de la ciudad y que hoy se han perdido. Sin olvidar los añorados instituto y hospicio, dos de los edificios que permanecen en la memoria de muchos leoneses y que sirven de presentación de este trabajo desde su portada.

El trabajo que ha realizado Juan Carlos Ponga Mayo al desarrollar un encargo de Luis Pastrana para el Museo de la Historia de León, que ha dado a luz León perdido, el que ha encontrado el autor escudriñando en archivos y papeles.

«Poca gente sabe que había un convento de monjas dominicas que se llamaban las Catalinas, un enorme edificio donde hoy están las siervas de Jesús. O que en el barrio de San Claudio había un enorme convento de benedictinos, la última parte de una de sus tapias se ha derribado hace poco sin saber lo que era». Desconocimiento y confusión, porque también hay algunos errores históricos. «Lo que llamamos el Palacio de Don Gutierre es el palacio de Diego Villafañe, de los Cabeza de Vaca y otras familias. El de Don Gutierre está en Bodegas Manchegas».

Y tantas otras pistas divididas en los edificios históricos, los construidos hasta 1900, y los que se levantaron a partir de entonces y que también fueron pasto de la piqueta. Con un pequeño repaso a la arquitectura tradicional, los soportales de Santa Ana, de Ramón y Cajal,...

Durante la investigación le sorprendió especialmente un patio que sabía que existía, pero «no su calidad. Es como el de los Guzmanes, con un arco menos por lado». Se desmontó en 1950 con todos los parabienes de la Comisión de Patrimonio y desapareció. «Quizá lo tengan los americanos». ¿Está de broma? «En absoluto. En los 50 se llevaron montón de claustros y monumentos españoles, románicos, góticos,... Se vendió todo».

También lamenta Ponga la desaparición de entornos como la antigua calle Sierra Pambley, hoy Alcázar de Toledo, «la primera calle del Ensanche, que en tres años construyó un conjunto de casas y chalés de los que sólo sobreviven las casas mudéjares». ¿Era viable mantener aquella calle como estaba? «Desde luego sería más agradable que la desastrada y sombría calle actual». Pero así es la historia de cuanto se ha derribado en la ciudad. «Salvo en ocasiones muy concretas, destrás de la destrucción hay más desidia que especulación, es todavía peor. Y una envidia nada sana hacia quienes viven mejor que los otros».

El libro, editado por la Asociación Superior de Ingenieros Industriales, se presenta hoy, a las 20.00 horas, en el Centro Cultural de Caja España.