Diario de León
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A la última | isaías lafuente

El Mi nisterio de Sanidad ha presentado su última Encuesta Escolar sobre Drogas. Es un estudio que comenzó a elaborarse hace quince años y que se publica cada dos años. Esa es su mejor virtud, que nos permite observar la evolución de las actitudes de nuestros adolescentes frente a las drogas con datos objetivos y no con percepciones. Todas las generaciones tienen la sensación de que la siguiente rompe todas las barreras de los vicios y quienes ya tenemos cierta edad contamos con la ventaja de que a nosotros nadie nos preguntó ni nos estudió. Si lo hubieran hecho, la fotografía quizás no fuera muy distinta.

En las últimas décadas, la aparición de nuevos fenómenos en el mundo de las drogas nos llevó a concluir que los hijos de quienes coquetearon con la heroína y la cocaína en tiempos de la Movida o, una década después, seguían la ruta del bacalao empastillándose hasta el amanecer, iban a seguir los mismos pasos que sus padres. Los datos que nos ofrece esta encuesta demuestran que no ha sido así, que en el catálogo de drogas a las que se acercan los adolescentes la heroína, el éxtasis, las anfetaminas, los alucinógenos o la cocaína, aparecen en porcentajes mínimos.

Entre las drogas ilegales, el cannabis es el rey. Pero son el tabaco y, sobre todo, el alcohol las drogas más consumidas por los más jóvenes. Dado que ha crecido sustancialmente la percepción del mal que acarrean las drogas y la de la dificultad de obtenerlas, otros dos datos esperanzadores del estudio, el hecho de que siete de cada diez confiesen haber consumido alcohol en el último año y la mitad, haberse emborrachado, significa que frente a esta droga legal no se percibe ni riesgo ni especial dificultad para conseguirla. Y la sensación de inmunidad frente al alcohol se extiende a los riesgos indirectos: uno de cada cuatro menores confiesa haberse montado en un coche conducido por un colega borracho. Así que el trabajo a hacer para seguir por la senda de la prevención parece claro. Y muy difícil en el país con más bares por metro cuadrado del mundo y con una generación de padres que, como sus hijos, asocian el alcohol al ocio, al esparcimiento y a la diversión

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