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León

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A la última | Antonio Casado

Unidad sin esfuerzo. No consta ninguna polémica previa a la organización de la manifestación del sábado pasado. Ni por el lema que la encabezó: «Por la libertad. ETA, no». Tampoco hubo polémica respecto al orden en la cabecera: en cabeza, las víctimas y representantes de los distintos cuerpos policiales. Detrás, las autoridades del Estado, las del Gobierno vasco y los partidos políticos, por ese orden. Nadie ha puesto el menor reparo al homenaje institucional que el Parlamento Vasco rindió este lunes al inspector Puelles, la última víctima mortal de ETA. La bandera nacional ha ondeado a media asta junto a la ikurriña. Guardias civiles y ertzainas cargaron con el cuerpo de un compañero de la Policía Nacional desde la capilla ardiente a la iglesia de Arrigoarriaga donde se llevó a cabo el funeral.

Con normalidad. Casi nada. Aun así, el lendakari se ve obligado a exaltar la normalidad mencionando obviedades: lo que nos une a los demócratas es más que lo que nos separa, se trata de conseguir una Euskadi donde nadie tenga que ocultar a sus vecinos su condición de policía ni tenga que hablar en voz baja por temor a que escuchen sus opiniones, donde cada quien pueda expresarlas libremente sin miedo a ser asesinado.

Y sin embargo, todo eso, unidad y normalidad, ha sido noticia estos días, a raíz del asesinato del policía Puelles el viernes pasado. Con dos protagonistas: la viuda, Francisca Martínez, por su valerosa dignidad, y Patxi López, por el enérgico discurso de un lendakari creíble por primera vez en treinta años: «Se acabó la arrogancia y la impunidad y la arrogancia de los del otro lado de la capucha». Fue reconocer que la impunidad y la arrogancia han formado parte del paisaje vasco. Algunos no se han enterado aún. Arnaldo Otegui declaraba horas antes del asesinato de Puelles que ETA nunca podrá ser derrotada policialmente mientras persista el «conflicto» causante de la existencia de ETA. Pero hoy, sólo la solución policial cuenta en la sensibilidad de la sociedad y las intenciones de los gobernantes. «Ellos nos enseñan el camino del sufrimiento y nosotros les enseñamos el de la cárcel», ha dicho el lendakari. No hay más camino que ese para las criaturas de este fascismo provincia no que practica ETA.

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