Diario de León
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A la última | ROSA VILLACASTÍN

Cada año por estas fechas son muchas las famosas que se preguntan qué hacer cuando se encuentren en la playa, en la piscina de su casa o en la del hotel donde pasan unos días de vacaciones, si utilizar el bañador como se ha hecho toda la vida, ponerse en bikini o simplemente en top less porque eso es lo que les pide el cuerpo, aun a sabiendas de que corren el riesgo de ser fotografiadas a pleno pulmón, bien por los paparazzis o bien por su vecino de hamaca.

Hasta ahora, la línea entre lo privado y lo publico, aún siendo muy difusa, la marcaba el olfato de los directivos de los medios, pues estaba más o menos clara, bastaba con distinguir que la playa es un lugar público y que las instalaciones de un hotel, la piscina de tu casa o la cubierta de un yate, no lo son. Prueba de ello es lo claro que lo ha dejado el Tribunal Supremo en una sentencia que puede sentar precedente y en la que establece que «la imagen de una persona pública» en este caso de la modelo Maria Reyes-, «puede ser noticia» para los medios -en este caso para la revista Interviú , que fue quien en el 2002, sacó a la modelo en portada, en top less, y sin su consentimiento-, siempre que estos medios pertenezcan a los denominados del género frívolo, de entretenimiento o de espectáculo.

Pero la sentencia da un paso más cuando manifiesta que «el personaje público que en lugar público se expone a la mirada ajena, asume que su imagen pueda ser captada y difundida sin su consentimiento», ya que entienden que «la licitud o ilicitud de una imagen» no puede «depender de que tenga puesta o no la pieza superior del bikini». Una prenda de la que María Reyes prescindió durante unas vacaciones en Ibiza. Es cierto que a veces resulta difícil trazar esa línea divisoria entre lo privado y lo público, incluso porque algunos medios dejan que sean los tribunales los que digan la última palabra, a sabiendas de que suelen tardar mucho en dictar sentencia firme, a veces siete años como en el caso de María Reyes, de ahí la necesidad de que la legislación deje claro asuntos como estos, que podrían resolverse en juicios express, siempre y cuando estén de acuerdo ambas partes. De manera que a veces ocurre que el limite no sólo lo marca la ley, también la buena cabeza de quienes saben que son objeto de deseo de la prensa.

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