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León

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A Ras de Cielo | astroleon.com

La Luna llena se comporta como un «antisol» de forma que, si la estrella sale en verano muy al N, el satélite lo hará proporcionalmente muy al S, y viceversa, de forma que durante los equinoccios sale y se pone casi exactamente por el E y el W, respectivamente. Los puntos de salida y puesta de las lunas llenas realizarán el mismo recorrido anual que los del Sol, pero en sentido opuesto. Sin embargo, las lunas nuevas, que son diurnas, siguen casi exactamente el camino del Sol -de hecho pueden llegar a eclipsarlo- y compartirán por tanto sus puntos de orto y ocaso. Evidentemente, a fases intermedias les corresponderán puntos de salida y puesta también intermedios entre ambas situaciones. En conclusión, a lo largo de un mes estival, la Luna nueva saldrá y se pondrá muy al N (con el Sol), desplazándose con los días al S hasta llegar a un máximo a las dos semanas (plenilunio), momento en que revierte su camino de nuevo al N para volver a coincidir con el Sol en el novilunio siguiente. La situación es análoga para los meses de invierno, intercambiando S por N. El asunto se complica considerando que, en realidad, Luna y Sol no comparten su trayectoria, sino que la órbita lunar se inclina unos 5º con respecto a aquélla. Podríamos obviar este hecho simplemente sumando o descontando una pequeña distancia constante entre los puntos de salida del Sol y la Luna. No obstante, las intersecciones entre ambos caminos giran a su vez entorno a nuestro planeta una vez cada 18 años, de forma que esta distancia, medida en el horizonte, va aumentando o menguando paulatinamente, completando un ciclo de largo periodo que se superpone al anterior.

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