Hay 34 «puntos calientes» de la biodiversidad en el Planeta
Se trata de zonas sensibles en las que están en grave peligro de extinción su flora y fauna endémicas y en las que ha desaparecido el 86 por ciento de sus hábitats
Aseguran los científicos que si la extinción masiva sigue al ritmo actual, en pocas décadas pueden desaparecer hasta las dos terceras partes de las especies. En 1988, el científico Norman Myers y la organización Conservación Internacional (CI) definieron los «hotspots» («puntos calientes», «áreas críticas») de biodiversidad en el planeta. Su objetivo era encontrar un sistema que ayudase a optimizar los esfuerzos de conservación de las zonas naturales especialmente sensibles y evitar la desaparición de hábitats y especies.
Según se afirma desde CI, la extinción se puede paliar si se protegen estos puntos calientes. Es una estrategia a la que llaman «bala de plata», consistente en «aplicar un esfuerzo de máxima eficacia frente a actuaciones en áreas dispersas y a menudo delimitadas por las fronteras». Además de definir los hotspots, la estrategia pasa por detener la pérdida de biodiversidad buscando soluciones con poblaciones locales, administraciones y empresas privadas, que muchas veces son las causantes de la destrucción. Una de ellas es el ecoturismo que, además de aportar recursos económicos, descubre a los nativos la importancia de conservar la biodiversidad.
Biodiversidad. La relación estaba compuesta por 25 zonas repartidas por el planeta, con gran diversidad de plantas y animales, pero también con mayor riesgo de extinción, ubicadas en su mayor parte en países tropicales en vías de desarrollo, amenazadas por las actividades humanas y el crecimiento de la población. Madagascar, Filipinas, la selva atlántica brasileña y el Caribe son las que atraviesan mayor peligro.
Para ser seleccionadas deberían tener endémicas al menos un 0,5% de las 300.000 especies de plantas vasculares y perdido más del 70% de la vegetación primaria. Esas 25 áreas, que ocupan sólo un 1,4% de la superficie terrestre, se habían convertido en el último reducto para el 44% de las especies de flora vascular y el 35% de los vertebrados. Quince de ellas se encontraban en los bosques tropicales y cinco en áreas de clima mediterráneo.
A pesar de ser especialmente sensibles, sólo un 38% de su superficie estaba incluida en alguna figura de protección, y en 13 había desaparecido entre el 90 y el 95% de su cubierta vegetal original.
Quedaron excluidas zonas de gran biodiversidad como la Amazonia, Nueva Guinea o la cuenca del Congo, por conservar al menos el 75% de dicha cubierta. En los hotspots hay 27.298 especies de vertebrados, excluidos los peces (hay unas 5.000 especies por descubrir), y también los invertebrados (suponen el 95% del total de especies), en su mayor parte insectos.
Posteriormente CI ha definido otros 9 puntos calientes, con lo que la cifra total se eleva a 34. Aunque apenas representan el 2,3% de la superficie terrestre, concentran alrededor de un 50% de las plantas vasculares y un 42% de los vertebrados terrestres. Desde CI se advierte que el 86% del hábitat de estas 34 áreas críticas ha sido destruido.
Los nuevos hotspots se localizan en el archipiélago de Japón, que tiene endémicas un 25% de sus especies de vertebrados; las islas Papúa Nueva Guinea y Solomon, caracterizadas por la acelerada pérdida del hábitat; las montañas de Asia Central, cuyos ecosistemas incluyen glaciares y desiertos, así como un tipo de bosque de gran riqueza genética; los países del Himalaya, que albergan más de 6.000 plantas vasculares y poblaciones de aves y grandes mamíferos (búfalo, elefante, rinoceronte, tigre), y la región Irano-Anatolia, con abundantes endemismos en peligro de extinción.
En África se ha incluido la costa sur, con bosques que incluyen unas 600 especies de árboles; las montañas orientales, desde Arabia Saudita hasta Zimbabue, que albergan la mayor variedad de aves, anfibios y mamíferos endémicos del continente, y el cuerno de África (Somalia y Etiopía), con antílopes y anfibios endémicos amenazados. Por último, los bosques de pino-encino (Méjico-Baja California), abundantes en plantas endémicas y en cuyos pinares hibernan las mariposas monarcas.