Derecho a disfrutardel cielo nocturno
La contaminación lumínica es un problema ambiental que ya impide al 99 % de los europeos poder ver la Vía Láctea
Se ha presentado en el Foro de la Biodiversidad que la Estación Biológica de Doñana y la Fundación Biodiversidad promueven en Sevilla, la iniciativa Starlight contra la contaminación lumínica, un problema que ya impide al 99 por ciento de los europeos poder ver la vía láctea desde sus domicilios. La UNESCO promocionará Starlight a nivel internacional, en especial en espacios naturales protegidos, a los que expedirá certificaciones que avalen que están libres de esta contaminación.
Starlight, impulsada por el Instituto Astrofísico de Canarias, aboga también por un uso racional de la energía con una mayor eficiencia de los sistemas de iluminación artificial y la lucha contra el despilfarro lumínico.
Alteraciones. Según Juan José Negro, investigador de la Estación Biológica de Doñana, este programa ayudará a luchar para poder volver a contemplar el cielo sin contaminación lumínica, basándose en razones científicas, de defensa de la biodiversidad y culturales.
Entre las primeras, subrayó la necesidad de defender espacios para la astronomía, porque «se están perdiendo cielos muy valiosos para la ciencia por culpa de la contaminación lumínica y quedan muy pocos sitios aptos para observación astronómica».
En cuanto a la biodiversidad, la iluminación excesiva produce deslumbramientos y desorientación en las aves migratorias, que se guían por la luz de las estrellas, provocando colisiones que acaban con sus vidas. También se producen alteraciones en la distribución de muchas especies de tortugas, crustáceos y peces que tienen su hábitat en la frontera entre el mar y la tierra.
En el caso de las tortugas marinas, la eclosión de los huevos coincide con la Luna llena que se refleja en la superficie del agua del mar, señalándoles dónde deben dirigirse. Un exceso de iluminación en las playas las despista haciendo que se dirijan a otros lugares muriendo por deshidratación.
También altera el ciclo reproductor de las especies nocturnas. Aunque el ojo humano sea incapaz de captar la luz ultravioleta, sí es percibida por la mayoría de los insectos, de los que dependen sus depredadores naturales (aves, murciélagos, anfibios, peces), pudiendo producir un desequilibrio poblacional en muchas especies. Igualmente, se ven afectados los ciclos reproductivos de los insectos, ya que las barreras de luz que se forman en los núcleos urbanos impiden o dificultan su vuelo.
Además, la luz está relacionada con la producción de melatonina, hormona que aumenta en los anfibios con la oscuridad. Cuando ranas, salamandras y sapos están sometidos a procesos de luz continuada reducen su producción y ven alterado su metabolismo, crecimiento y capacidad reproductiva, constituyendo un factor más que acelera su extinción.
En cuanto a la flora, la luz nocturna altera actividades fisiológicas como la fotosíntesis y el crecimiento, dando lugar al envejecimiento prematuro de distintas especies.
Igualmente, las plantas que realizan la polinización en la oscuridad se ven perjudicadas por la disminución de insectos. Los seres humanos también sufren del exceso de luz nocturna artificial, al verse alterada su calidad de vida por trastornos del sueño.
La defensa de cielos limpios también es, según Negro, una cuestión cultural pues la observación de la bóveda celeste ha sido una fuente ancestral de inspiración, de cultura y de ciencia, ya que los astrónomos fueron los primeros científicos de la humanidad y la astronomía ha guiado durante siglos actividades humanas como la navegación.
Para los científicos, los gobiernos deben incluir a la contaminación lumínica en las políticas energéticas y en los compromisos para la lucha contra el cambio climático porque, según afirman, «una iluminación que respeta el cielo nocturno es más eficiente energéticamente, en especial si se utilizan fuentes renovables».