Diario de León

Cornada de lobo | pedro trapiello

Pincel contra brocha

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León

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Entre líos, octavas y flecos, olvidé contarte días atrás la cara de quebranto y furia con la que encontramos a un pintor muy conocido en esta ciudad tan peripuesta y madrastrona. Era Velasco, cuya firma viste siempre al pie de los cartelones murales que se colocaban en la fachada del teatro Emperador para vocear con colorido y rostros gigantes las películas o espectáculos que allí se «echaban», garicúpers y marilynes, landas y nadiuskas, escenas trepidantes o explosivas, todo el collage de cartelera vibrante que en la Gran Vía de Madrid podía ocupar media fachada (siempre me admiró que el pintor no se desorientara sobre aquellas caras de cuatro metros y lograran sacar el vivo retrato de Bogart, Ozores -que mira que tiene cara difícil- o Robert Redford). Velasco los clavaba. Y así, cada semana. La tarea puede acabar siendo rutinaria si se lleva décadas haciéndolo, pero Velasco estaba aún más ameno en las postrimerías de este teatro. Ahora sólo pinta en su sitio un mudo cartelón administrativo del ministerio de Cultura que anuncia un futuro «centro nacional de artes escénicas», cosa que suena a campana de madera dando bombo a una entelequia. Recordarás que el teatro se compró con mucha morterada pública sin que hubiera una necesidad previa y haciendo favor impagable a su dueño (necesariamente tuvo que aplaudir con las orejas y besar peanas), alegando que era histórico y entrañado en la esencia de la ciudad (ahí la tienes, báilalá, no le quites el mandil), cuando en realidad sólo tiene cincuenta años, la mitad amenaza ruina, está escangallado de interiores, gallineros, tripas y butacas... y su barroquismo es escayola con purpurina... La obra que viene nos costará un potosí; y lo que metan después, un congo. Pues bien, nos contó Velasco que anda en pleitos picudos con los de la Elde porque quieren despedirle por la cara sin reconocerle una relación laboral y continuada, alegando que lo suyo era sólo ocasional. Nos comentó el mazazo terrible que le causó esta impesable torticería, que se hundió y deprimió durante meses, que no se explica nada, que... ¿Y te lo hacen, además, después de la pasta gansa y milagrosa que se les atizó?, le preguntamos...

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