A demoler
Riaño otra vez, siempre Riaño... tiene mucho carrete esta caña con la que ha pescado aquí toquisque: el desalojado, el ingeniero cabezabuque, el sentimental, el antipantanero, el ecologista romo y el picudo, el literato al salto... y la señora Remi que, por tener máquina de coser en casa, cobró el « lucro cesante » por ser « de toda la vida » modista profesional.
Guy Roches vino de nupcias hasta estos ríos y de nupcias volvió cada año a casarse con este paisaje que hizo suyo escalando con caña los lechos bravos del Esla y del Yuso... no deja de enamorarse, casarse y dolerse por lo que aquí ocurrió... son esos mismos ríos y montañonas donde fui clavando asombros y lances desde chaval hasta que una tumba de agua sepultó el valle... pedazo de tumba... un pantano de lágrimas ciertas, lagriminas despiertas y algún lagrimón ciego... y el faraón, tan contento... créeme si te digo que un trozo de mi corazón andariego de trochas y ríos duerme podrido bajo las aguas de este embalse.
Vaya esto por delante; y véngame ahora por detrás con esa campaña intermitente que persigue la demolición de la presa de Riaño (más propiamente, de la Remolina, como la bautizó ya el proyecto de Indalecio Prieto que conoció republicanamente como nadie la sed histórica de los campos y de los esclavos del surco). ¡Abajo con ese dique panzón! -dicen los campañeros y campañeras -, reconstrúyanse todos los pueblos anegados, restáurese el paisaje del valle tal cual era antes de que le pasaran por la piedra y le echaran un lago encima... Este es el objetivo. Papeles y teles se hacen eco o jalean las acciones de esta iniciativa que se presenta ante foros y cámaras con calderos que regalan para ayudar a achicar el pantano: ¡abajo con la presa... demolición!...
Estupendo. Y costará ¿cuánto?... y vivirán en los nuevos pueblos ¿quiénes?... ¿y en qué se ganarán la vida?... ¿cuántos de los desalojados se atreverían a volver?... ¿devolverían las indemnizaciones recibidas?... ¿tendrían que comprar las casas de sus nuevos pueblos o serán regaladas?... ¿y cómo se pagaría el riego cesante, la indemnización creciente y el agua menguante en esta puerta del desierto?... Por si acaso, protégete el culo y esconde la cartera.