Diario de León
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A Ras de Cielo | Astroleon.com

Durante estas cálidas noches estivales podemos repetir la misma experiencia que realizó el sabio pisano hace exactamente cuatro siglos -hoy lo conmemoramos dedicándole este Año Internacional de la Astronomía- y que se convirtió en icono de la más importante revolución científica de la historia. Al poco de ocultarse el Sol veremos levantarse por el extremo opuesto del cielo un brillante astro que este mes permanece visible durante toda la noche: se trata de Júpiter, el mayor de los planetas que, al pasar ahora cerca de la Tierra, alcanza una luminosidad imbatible. Con unos buenos prismáticos o con un telescopio sencillo ya veremos detalles muy interesantes en su superficie. Fijémonos en las chispitas de luz que le rodean: Galileo identificó hasta cuatro satélites orbitando en torno al planeta y les llamó «astros Medíceos» para honrar a sus mecenas los Medici. Hoy les conocemos como las lunas galileanas de Júpiter, con nombres procedentes de la mitología antigua: Io, Europa, Ganimedes y Calisto. Aparecen siempre en línea recta entorno al planeta aunque, como lo circundan tan rápido, podemos apreciar su movimiento en pocas horas: en ocasiones les veremos agrupados a la izquierda o a la derecha de Júpiter, o formando parejas o tríos a cada uno de sus lados. Otras veces no les veremos todos ya que algunos pueden estar pasando por delante o por detrás del planeta, y de hecho se puede intuir la sombra que proyectan al «eclipsarlo». Con sus observaciones, Galileo demostró que había astros que orbitaban a otros astros diferentes a la Tierra, lo que sirvió para afianzar de manera casi definitiva el heliocentrismo de Copérnico.

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