Diario de León
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Cada día su afán José-Román Flecha Andrés

En el primer párrafo de su encíclica «Caridad en la verdad», firmada el pasado 29 de junio, el Papa afirma que «l a caridad en la verdad es la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad». Esta afirmación requiere una sencilla observación. Según el Papa, «el amor -” «caritas» -” es una fuerza extraordinaria, que mueve a las personas a comprometerse con valentía y generosidad en el campo de la justicia y de la paz». Ya se sabe que el amor desencadena enormes energías tanto en la persona que ama como en la que se siente amada. Es cierto que el amor puede confundirse con falsas apariencias. Por eso requiere la garantía de la verdad, como la verdad, pide el calor y la dedicación que brotan del amor. La verdad se propone, no se impone. Y tal propuesta sólo es creíble cuando nace del amor: «Defender la verdad, proponerla con humildad y convicción y testimoniarla en la vida son formas exigentes e insustituibles de caridad»

Estas experiencias fundamentales nunca se deberían olvidar. Obedecen a la naturaleza humana, que un creyente descubre como diseñada por Dios. « Todos los hombres perciben el impulso interior de amar de manera auténtica; amor y verdad nunca los abandonan completamente, porque son la vocación que Dios ha puesto en el corazón y en la mente de cada ser humano».

Junto a la explicación racional, la encíclica presenta una explicación religiosa que puede ser compartida por los creyentes en un Dios personal. De hecho, la fuerza del amor « tiene su origen en Dios, Amor eterno y Verdad absoluta». En el verso con el que Dante concluye la Divina Comedia confiesa que su amor y su querer se vieron al fin movidos por el Amor que mueve al sol y las estrellas.

La verdad no es un invento de la persona, sino que obedece al designio de Dios. En la identidad del querer de la persona con el proyecto último de Dios consiste la verdadera libertad: « Cada uno encuentra su propio bien asumiendo el proyecto que Dios tiene sobre él, para realizarlo plenamente: en efecto, encuentra en dicho proyecto su verdad y, aceptando esta verdad, se hace libre». Algunos han dicho que «la libertad nos hace verdaderos». Esa afirmación tiene el mérito de repudiar la falsedad de toda dictadura. Pero al decir que «La verdad os hará libres», Jesús nos enseña que aceptar la realidad última del ser humano, como ha sido querido por Dios, es la fuente de la auténtica libertad.

Finalmente, la encíclica incluye una tercera referencia específicamente cristiana: « Jesucristo purifica y libera de nuestras limitaciones humanas la búsqueda del amor y la verdad, y nos desvela plenamente la iniciativa de amor y el proyecto de vida verdadera que Dios ha preparado para nosotros». Jesús revela la verdad sobre Dios y la verdad última sobre el ser humano. «En Cristo, la caridad en la verdad se convierte en el Rostro de su Persona, en una vocación a amar a nuestros hermanos en la verdad de su proyecto. En efecto, Él mismo es la Verdad».

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