A redimirles

De Afganistán sabíamos que había una raza de perro agalgado de greñas peinadas, que elaboran opio y el hachís más alabado del planeta y que estaba en un confín asiático y tan exótico, que no citábamos uno solo de los países colindantes. Ahora sabemos que también aquello es un Barranco del Lobo, donde (ponle música) « hay una fuente que mana... sangre de los extranjeros que murieron por la cara ». Ya son cien mil efectivos los que componen la fuerza multinacional de intervención, cien mil, como si fueran Hijos de San Luis que mandamos para redimirles a ellos y librarnos a nosotros desactivando la espoleta de la bomba que allí se fabrica y del cabrón que la arma con suras coránicas y fuego de Alá... ¡cien mil!... españoles, mil trescientos, pero habrá que mandar más para sacar pecho y hacerse una foto en la Casa Blanca.

Se hacen notar cien mil jichos pertrechados como ferreterías moviendo vehículos acorazados y una fuerza aérea que cose aquel cielo sembrando pepinazos. Se sabe la dirección de esos aviones siguiendo el rastro de blasfemias que incendia en el suelo peatón de ciudades, campos y montañas... esas montañas pardas, resecas, heladas y estériles que están furacadas como topineras guerrilleras donde la resistencia se hace insurgencia cada noche. Llevan así treinta años, dos generaciones... matándose, masacrando y regenerándose, combatiendo a rusos o americanos, a sus vecinos, a sus primos hermanos y, ahora, a las cincuenta banderas de la fuerza internacional... roen estaca y convierten en fertilizante la sangre de sus mártires.

Aquello no hay dios que lo arregle.

Afganistán, en fin, es pura guerra desde hace dos mil años: unos son tayicos; otros, pasthunes; aquellos, talibanes; los de allá, suníes, chiíes... y en cada casa un arsenal; en cada fusil, un odio juramentado; y en cada mirada, una sospecha, una delación... Los señores de la guerra son dueños perpetuos de su taifa... hay corrupción general y Alibabás a embute... hay burka y guantazo a la mujer... hay hambre y una miseria de las que hacen miserable a la gente... hay terror religioso, mucho fósil, mucha mierda...¡hay mucho dios!...

¿Y vamos nosotros allí de redentores?... ¿o de qué vamos?...