Con magisterio
Llegan al siglo de vida y no trastabillan una coma declinando su día a día. Admira esa generación. ¿De qué madera prieta les hicieron?... La vida del enseñante, del maestro, dicen que quema, estresa y lamina; y ahí les tienes. Urueña hace unos meses y Elpidio hace semanas cumplieron los cien y campean sus mañanitas con café tertuliado y repasando las lecciones que aún encuentran en el pulso de los días. Y hace unos días también lo ha hecho Emilio Martínez Torres, que será homenajeado este sábado (que es nueve del nueve del nueve) en su siglo de andar y lucir facultades en un fecundo rastro personal de filosofías e historias, libros y ensayos... ahormando maestros en la vieja Normal... u ocupando su escaño de diputado provincial (como las sesiones eran de trámite tedioso, mataba la matraca del orden del día dibujando con soltura y fundamento; a Maurilio, el secretario, lo clavaba; y así retrató a todos sus compañeros de banco y voto alzado desde el alzamiento).
Conocí a don Emilio balbuceando yo este oficio allá en los años setenta cuando dirigía él los Cursos de Verano para Extranjeros, aquella pradera de verdor en el lecho seco del estiaje leonés al que llegaban conferenciantes de altura y hondura, junto a una variopinta estudiantada que traía a la ciudad una música en colores en sus blusas francesas, americanas, japonesas... Los extranjeros en León eran (y siguen siendo) cosa de paso, una vueltina, un día de dormida y un «si te he visto, no me acuerdo»; pero aquella pequeña población de estudiantes y profesores, entrañables guiris, se quedaba un mes, se hacían notar, se trababan relaciones estrechas y en la noche de despedida en La Candamia había lagrimina de adiós y apretón sentido. Aprendíamos de ellos. Eran la mejor ventana a unos mundos censurados donde imaginábamos y soñábamos libertades. M. Torres mimó este oasis de cultura estival y encuentros (García de la Concha lo recuerda con añoranza cierta). Pero don Emilio no se jubiló nunca. Sigue escribiendo y buceando en la historia, el pensamiento o la educación. Se levanta cada día mandándose hacer algo y esa es la razón de su hazaña longeva, así que se ha ganado mucha enhorabuena este maestro de maestros.