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Publicado por
PEDRO G. TRAPIELLO
León

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No hay cosa más peligrosa que un talibán recién ayunado, ni más confusa que un teólogo tras una siesta, ni más ridícula que un mandilón de Armani... ni más llena de basura, atropos y desguaces que las cunetas que se ven en la Vuelta Ciclista a España, la patria del secarral septembrino y de la recalificación, la del patio de Monipodio y la chicharrera subsidiada, mi querida España, esta España «mía nada y poco tuya», esta España suya entera...

Tenían razón: hay que viajar más y leer menos; hay que mirar más por la ventanilla y no obcecarse con ruedas de prensa y declaraciones de tarima o ambón. La verdad está ahí fuera. Móntate de rondón en el helicóptero que fisga esta «ronda» ciclista que es parranda en andurrial, enciende la realidad, achusma la Iberia que se cuela en las cámaras motorizadas, cuenta cultivos y adiles, lo que presta o se abandona, lo guapo y lo astroso, la miel de la luz y la sed de limpieza y estilo... mira la ladrillería en urbanizaciones ahorcadas, los plásticos sembrados, el embrollo de solares industriales y chalets piruleros, anota las mangas por hombros, el cada cual a su bola, el lío padre, la soledad de los campos, el hostión de lo suburbial, el polvo y el lodo...

Así como el Tour de Francia saben trazarlo por lo guapo y por lo deslumbrante para exportar envidias y ejemplos, nuestra prueba ciclista parece diseñada sobre el mapa de las subvenciones y apaños para que vaya recalando en las ciudades que mejor pagan su vanidad por salir en la efímera gloria vocinglera de un fin de etapa... y así se nos ve el pelo de la dehesa desde el aire que no engaña o desde la cuneta que todo lo resume... por no contar el tortuoso slalom que continuamente ha de hacer la carrera entre vallas de obras, viales en reparación, asfaltos mordidos, aceras levantadas, jardinetes al bies y toda la ristra de cataplasmas municipales que se pagan a la rebatina moncloína para disimular el guantazo que nos sigue dando la crisis... mi querida crisis, esta crisis mía, esta crisis nuestra... y suya poco o nada.

Casi es de alegrarse que la Vuelta a España no interese en Europa ni la retransmitan en el extranjero. Eso ganamos: ojos que no ven, corazón de turista que se emboba.

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