Crecen las empresas dedicadas a proveer de «chuletas electrónicas»
Pinganillos, gafas con retrovisores, tinta invisible o libros con doble fondo son métodos cada vez más utilizados por los alumnos para copiar en los exámenes
Aprobar los exámenes haciendo chuletas ya ha pasado a la historia. Ahora, en plena época de las nuevas tecnologías, lo que se lleva son las trampas de última generación, es decir, desde pinganillos que chivan la lección ocultos en las orejas, hasta gafas que incorporan unos espejos retrovisores ocultos para copiar en clase.
«Redactar un trabajo, presentar una tesina o aprobar un examen es ahora más fácil con la ayuda de la tecnología», afirma Francisco Canals, director del Observatorio de Internet. Según Canals, estamos ante «la aparición de todo un mercado dedicado a la picaresca académica». «Aunque copiar no es lo mismo que espiar -”afirma Canals-”, lo cierto es que en algunas aulas se viven auténticos ambientes de espionaje». «Son los nuevos alumnos que visten guante virtual, tienen Internet, telefonía móvil, cámaras digitales, bluetooth y otros dispositivos que conforman un pequeño arsenal para exámenes», señala. Según Canals, «en épocas sensibles -”septiembre, junio-” los establecimientos especializados en esta tecnología aumentan un 200% sus ventas».
Añade que es posible encontrar todo tipo de artilugios al servicio de la picaresca académica. «Son las chuletas electrónicas», dice. Así, tintas invisibles utilizadas para redactar textos en folios aparentemente en blanco, prendas, faldas y camisas con doble fondo, gafas con reflectores ocultos en sus lentes e incluso relojes digitales de pulsera en los que pueden introducirse todo tipo de textos, datos y fórmulas. «En algunos casos se trata de productos altamente tecnificados, afirma. Mientras un diccionario de latín con doble fondo en su interior puede conseguirse por unos 50 euros, un pinganillo con transmisión remota puede oscilar entre los 200 y los 900 euros según el modelo o marca adquirida».
Móviles. El móvil no queda exento de estas prácticas picarescas, según el estudio realizado por el Observatorio de Internet. «En un país en el que ya existen más de 52 millones de celulares, ha proliferado la incorporación de tecnologías paralelas como la cámara digital, la grabación con vídeo y la utilización del bluetooth como sistema de intercambio de información entre los alumnos durante el examen». Eso sí, el sistema clásico es el del envío de SMS con las respuestas de las preguntas de las pruebas.