Psicología social y neurociencia como recursos

Para completar estas teorías que sustentaron el modelo teórico de la investigación se hizo necesario acudir a la psicología social y la neurociencia, disciplinas que aportaron las relaciones concretas entre las creencias de los individuos y la conducta realmente llevada a cabo.

El modo exacto en que se actúa, se piensa y se siente en una situación concreta depende de factores predeterminados en los genes pero las diferencias de sus conductas dependerán del efecto dinámico de su entorno social y de su esfera personal.

Utilizando como ámbito de estudio los veinticinco países miembros de la Unión Europea en el año 2004, los resultados confirman la estructura propuesta en la teoría. El individuo actúa libremente pero está fuertemente influenciado por el marco de referencia que ha adquirido en su socialización, de manera que la cultura influye también en la conducta emprendedora. La socialización proporciona a la persona unos valores concretos, opuestos o proclives a la creación empresarial, y además mediatiza la manera en la que el individuo crea sus actitudes e intenciones hacia dicha creación empresarial. Así, la decisión de explotar oportunidades empresariales es favorecida por los valores modernistas e inhibida por los valores postmodernistas. Se puede indicar que los ciudadanos europeos no crean empresas fundamentalmente porque no es una opción relevante para ellos y, además, porque las culturas de sus países están evolucionando hacia modelos que no valoran al empresario, al menos tal y como está definido actualmente.

Los individuos favorables a esta transición están de enhorabuena, a los reticentes les queda la esperanza de saber que el proceso es lento, dura décadas, y es reversible, siempre que se den periodos duraderos de grave escasez o alta inseguridad personal.