El paisanaje | antonio núñez
Es mucho suponer
En las arcas del Estado hace tiempo que no queda un duro, pero no vea usted la lluvia de millones que va a caer en León el año que viene desde los Presupuestos Generales del Gobierno que preside el paisano Zapatero: nada menos que 706 millones de euros en inversiones públicas, o sea el equivalente a ciento veinte mil millones de las desaparecidas pesetinas. Iba yo a sacar la calculadora de bolsillo para ver a cuánto tocábamos por habitante en la familia cuando me dijo mi señora: «no hace falta que te molestes, porque ya ha echado las cuentas ese amigo tuyo que estudió contigo en el seminario de La Bañeza y ahora es subdelegado del Gobierno». Efectivamente, el periódico pone que León ocupa el cuarto lugar de todo el país en inversión por habitante con 1.414 euros, casi el triple que la media española, situada en 507 euros.
Será verdad, aunque no me salen las cuentas. El subdelegado Francisco Álvarez, buen chaval, ya de pequeño tenía problemas en clase con las matemáticas y seguramente por eso derivó hace profesor de letras en el instituto y más tarde a la política, donde para prosperar basta con saber cómo se hace la «o» con un canuto. Otra cosa no sé, pero, dicho sea entre exseminaristas, este chico sabe latín.
Dicen también los periódicos que el grueso de las inversiones leonesas se van a ir en el AVE, su soterramiento al paso por la capital y en regadíos. Del primero se podrá decir aquello de «coño, qué lento vuela, si todo lo que queríamos era que quitaran el paso a nivel del Crucero» y de lo segundo más vale ni hablar, tal como andan de tiradas las patatas. En cuanto al carbón, la otra pata de la economía provincial, tiene un futuro digamos que «gótico», más o menos del color de la foto de la familia de Zapatero con la de Obama, pero todavía más informal.
Toda esta pansa gansa que dicen que va a caer en León viene de promesas electorales de muy atrás, se repite en los presupuestos generales de todos los años y, como nunca se invierte, queda para las próximas elecciones por si acaso. Es lo habitual en un país que, con una crisis que nunca existió, malvive al día con subsidios de impuestos que te dejan tieso para tabaco y gasolina.
«A ti lo que te pasa», me dijeron ayer en la caja de ahorros cuando fui a pedirles otro crédito, «es lo mismo que al Gobierno: no os cuadran las cuentas porque lo quereis presupuestado todo a plazos y luego aplazais los pagos». Debí de darles pena, porque tras apoyarme con una palmada amistosa en la espalda me despidieron con un «pero no te preocupes, porque Zapatero todo lo arregla, hasta la contabilidad de los bancos, donde pone «debe/haber, pero no hay».
En la romería de San Froilán proliferan los trileros y los carteristas. Viene a ser en pequeño, pobre y sin avellanas como el Congreso de los Diputados. Adivine en cuál de los tres cubiletes está la bola después de que le suban el IVA, el IRPF y el IBI. El PSOE y el PP, según la comunidad autónoma y romera, se avisan unos a otros antes de que llegue la Guardia Civil. Respecto a dónde guardar la cartera, servidor asistió una vez por estas fechas a un cónclave en la calle Lucas de Tuy, perdónese que se omita al nombre el bar, en el que le recomendaron guardarla justo en el bolsillo delantero izquierdo del pantalón. «¿Y eso?», dije yo. «Porque viene uno por detrás, te empuja, tu te descuidas y te guindan la pasta sin que te enteres... pero tranquilo, porque pocos de los nuestros somos zurdos».
De izquierdas o de derechas no lo sé, pero está claro que el país ha sido desplumado. En impuestos y en inversiones. Jugándome ayer los dineros a la primitiva, como último recurso, me dijo el lotero que tenía un «Alvia», o sea una de tres y ocho euros, añadiendo luego con recochineo el muy cabrito «anda que no te queda nada para el AVE».
Aviso para romeros que pidan hoy favores y milagros en La Virgen del Camino: tóquele las narices a San Froilán antes de que se las toque a usted Zapatero, como es tradición.