La policía se expone

Hace falta tener ganas de darle un tiro a alguien para dedicarle tiempo a confeccionar un arma corta, artesanal, por tanto irrepetible. Hay armas así. Lo que quiere decir que hay mentes criminales de hombres asesinos. Algunos dejaron su impronta sanguinaria antes de dar con sus huesos ante la Justicia, luego de que agentes de la Policía Nacional presentaran como pruebas de cargo la evidencia más grande que perseguirá de por vida al criminal: el arma. Hay mentes proporcionales a la ocurrencia del invento Y las hay también capaces de resolver un entramado de delito. Las de los agentes de la policía científica, que a punto de cumplir un siglo desde que se implantó en España, enseña en León el camino de perfección que ha liderado tras del crimen. Expone en el Club de Prensa del Diario de León parte de su colección de éxitos: hay urnas con armas excéntricas -”si es que hay alguna que no lo es-” pero capaces de ejecutar delitos dolosos. Nadie se imagina lo que se puede hacer con elementos de una cañería; de una tuerca de unión y un conducto de agua, de esos en desuso por ser de metal, nace una especie de pistola; hay bolígrafos del calibre 22; hay quien inventó escopetas de marco de ventana por culata y cañón de tubo de aseo; hay encendedores galoise que llevan incorporado un calibre de 8 milímetros, suficiente para mandar a alguien al otro mundo.

Y hay soluciones a ello; que la policía científica ha aplicado y perfeccionado a lo largo de las décadas desde 1911, conforme a la sociedad y el cambio de los tiempos. Los de ahora imponen confección de retrato robot con ordenadores de esos que llenarán las casas de los alumnos de primaria; o gafas de color y luces especiales suficientes para localizar huellas, fluidos o restos del criminal en la escena del delito. Hay en la exposición de la Policía Nacional, de los agentes de este cuerpo que se expone a diario a este tipo de avatares, un relato completo de una dedicación que, por más modas que trae la tele, tiene más de documental que de teleserie. De un lado la maldad; del otro, materia gris para combatirla. Incluso los que se empeñan en matar sin armas van a caer un día. ¿O creían que la policía era tonta?