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Diario de una aventura

Un mundo hermoso y remoto

Tras atravesar el durísimo collado del Kam-La, la belleza y magnitud del paisaje nos sobrecoge; casi tocamos con la mano la frontera de Tibet

Publicado por
León

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Hemos conseguido atravesar el duro y dificilísimo collado del Kam-La de 5.400 metros-¦ Chiring consiguió «in extremis» los yaks y después de tres días nos pusimos en marcha collado arriba. Después de ver las dificultades del collado completamente helado y con un gran espesor de nieve como podéis ver en las fotos , comprendimos por qué era imposible cruzarlo con caballos o mulas.

La altura de 5.400 metros y la abundancia de nieve junto con el peligroso hielo nos pusieron las cosas muy difíciles. La ascensión fue agotadora, y parecía no tener fin, pero lo peor es que no nos abandonó el fortísimo viento durante todo el ascenso: nos quedábamos literalmente congelados. Las rampas eran muy duras y había que hacer zetas, el aire escasea en estas alturas, dificultando la marcha. Nos preguntábamos cómo pasarían los yaks el collado-¦

Alcanzamos la cima de este collado de 5.400 metros, desde donde podemos ver toda la grandeza del alto Dolpo y el Tíbet. La vista nos alcanza más de 200 kilómetros de profundidad y el aire es extraordinariamente limpio. Solo distinguimos tres colores: ocre, blanco y azul, o lo que es lo mismo tierra, nieve y cielo. Es muy difícil expresar en palabras la magnitud del paisaje, sobrecoge, y aun más si pensamos en lo lejos que estamos de «nuestro mundo. Al fondo vemos perfectamente y casi tocamos con la mano la frontera de Tíbet con sus altos pasos de montaña, donde los conductores de caravanas los atraviesan en busca de la preciada sal para comerciar con las tierras del sur de Nepal. Hacen un largo viaje de 300 kilómetros en el interior de Tíbet a un lago donde la extraen, después regresan, y siguen viaje hasta la misma frontera de Nepal con India, en total unos mil kilómetros en cinco meses, cruzando innumerables pasos de montaña. Son unos super hombres. Estas rutas sólo las hacen las gentes del alto Dolpo o los Kambas tibetanos, y son famosos los conductores de caravanas de Saldang la aldea más aislada del alto Dolpo.

Seguimos en el alto del collado del Kang-La de 5.400 metros y al mirar a la otra vertiente nos quedamos pasmados al ver el fuerte desnivel cubierto de una gruesa capa de puro hielo, se nos antoja imposible que puedan bajar los yacks por aquí, y cunde de nuevo entre nosotros el desánimo. Esperamos más de una hora hasta que llegan los agotados yaks, y nuestro amigo el yakero los insta a descender, pero según se asoman los bóvidos, retroceden como si vieran al mismo diablo. ¡Es una pendiente de 50º helada!, y el toro del Himalaya que no es tonto dice que «nanais de la china». Phuntchok les pincha con el bastón y les tira del rabo, y unos ensordecedores ruidos de gritos de todos lo que allí estábamos obligan a las bestias a descender. No sé cómo consiguen sujetarse, pero entre resbalones y frenadas a veinte centímetros del vacío, van poco a poco descendiendo, con la ayuda de los dos yakeros y los serpas. Es todo un espectáculo.

Miramos atrás y nos damos cuenta que hemos conseguido algo muy difícil: entrar en el alto Dolpo a las puertas de noviembre. También somos conscientes por la información que tenemos de última hora, que todos los paso de salida del alto Dolpo están como éste, cerrados a los animales de carga. Ahora no sabemos cómo saldremos de aquí, pero preferimos solucionar día a día los problemas.

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