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Diario de una aventura

En la cima de «Pico Cuatro»

El objetivo era el Arniko Chuli pero optamos por otra esbelta montaña donde ningún occidental había hecho cima; ahora ya tiene nombre

El equipo al completo en la cima de «Pico Cuatro».

Publicado por
León

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Hola amigos estoy después de cuatro días de nuevo a las teclas en un lugar cualquiera del Himalaya menos conoci do: la tierra de Dolpo. La paliza ha sido memorable-¦

Salimos de Charka Bhot y alcanzamos una altura de 5.100 metros y ya con el sol en el oc aso y con un frío brutal, decidimos parar para instalar el campo base. Ni siquiera vemos nuestro objetivo, el Arniko Chuli, una montaña de más de 6.000 metros, que sólo cuenta con dos ascensiones. Montamos nuestras tiendas para cobijarnos del intenso frío y viento; pero alguien grita... Es el hombre de los caballos, nos apremia a que veamos algo. Se trata de una cueva en la que se han arrancado grandes trozos de tapines de hierba seca y observamos marcas de garras y mucha tierra desplazada. Verdaderamente es sorprendente. El tibetano grita: ¡Yeti, Yeti, Yeti!

Su rostro es un poema, y mira a todos lados como intentando ver al Yeti, nosotros hacemos bromas, y él nos mira desconfiando, no le hace gracia que nos lo tomemos a risa, así que cambiamos de actitud y le damos veracidad al asunto; sólo así quedó a gusto y nos habló de mil historias del Yeti. A nosotros la marca de las garras nos hace pensar que se trata de un oso, pero está claro que estamos en una tierra indómita plagada de historias y leyendas. Es la tierra de los corderos azules, que hemos visto a montones, las amapolas azules, una forma de budismo antiquísima que se llama bon y el azul es el color predilecto de los acólitos; cada día es una sorpresa. Entre broma y broma, todos antes de meternos en el saco miramos a todos lados, por si acaso...

Por la mañana subimos a la grupa de los caballos co n el «culete» aún magullado. Justo cuando comenzábamos a caminar en dirección al Arniko Chuli, coincidimos en que el pico es un poco decepcionante, no tiene casi nada de nieve. Alrededor hay gran número de montañas que superan los 6.000 metros y son más atractivas. Discutimos el asunto, miramos los mapas, y fijamos los tres la vista en otra situada al este. Es muy alta tampoco tiene demasiada nieve, pero a cambio tiene glaciar propio. Creemos que ningún occidental ha estado nunca en su cima de esta montaña, y la podríamos bautizar.

El ascenso empieza hasta una especie de collado cuya altura es de 5.670 metros, luego sigue una penosa ascensión por rocas gigantescas donde tenemos que echar las manos, y vigilar bien donde ponemos los pies, sobre todo con estas botas que tenemos tan poco flexibles; aíslan bien del frío, pero en terreno rocoso hay que extremar las precauciones. Parece que escalamos la pirámide de Keops.

Penosamente alcanzamos otro punto plano a 5.800 metros, pero allí se alza otra nueva pirámide, que empezamos a remontar por una arista aérea. Por fin atisbamos lo que parece cima, y debe de ser, pues el GPS marca 5.930 metros, calculamos que nos quedaran otros cien metros, siempre los peores, por esa ansia de terminar con el calvario de respirar un aire viciado, al que le falta casi el 60% de oxígeno, y la tortura se acentúa cuando el frío y el viento sacuden sin piedad.

Un último esfuerzo y ¡ya está! Hemos llegado a la cima Emilio, Manu, el serpa Kami, el serpa Chring y yo. Estamos en la misma cima de esta montaña que pensamos que ningún occidental ha escalado, -lo que es casi seguro es que los tibetanos han subido alguna vez- y también es cierto que no tiene nombre. Hemos decidido llamar a este punto geodésico, situado según nuestras coordenadas del GPS en N 29º 08´46.8´ ´, E 83º 40´ 29.7´´ y de una altura de 6.035 metros: «Pico Cuatro».

Un nombre en agradecimiento a todo el equipo televisivo que nos ayuda en Desafío Extremo. ¡Qué maravilla de cima!

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