Diario de una aventura
El infierno nos espera
Nos aguarda uno de los fenómenos más inquietantes que el hombre puede ver: lagos de magma, canales de lava en movimiento con fuertes corrientes
Os aseguro amigos que tenemos la sensación de haber entrado en una selva del periodo jurásico, con helechos de hasta 15 metros de altura y con tallos como árboles. John nos dice que nunca ha visto una selva tan extraña. Es sin duda lo que comerían los dinosaurios y para más curiosidades los nativos nos hablan de un humanoide de medio metro, mitad hombre mitad rata, y que todos juran haber visto. Dicen que tiene la fuerza de cuatro hombres.
Durante muchas horas asfixiados de calor y con 100% de humedad, avanzamos por la lava solidificada, que abrió brechas en la jungla, aunque a veces desaparece entre el espeso follaje y hay que escalar laderas de lodo y cenizas por sendas casi cerradas de la jungla, inmersa toda ella en nieblas. La verdad es que da miedo. Por fin llegamos al borde de la caldera después de ascender las últimas rampas muy inclinadas de ceniza donde nos hundimos hasta las rodillas, y al llegar al borde-¦
¡Brutal! Hemos llegado a otro mundo. La jungla desaparece de repente, sólo hay un inmenso desierto de cenizas, sin ningún signo de vida, y sopla un viento huracanado. John nos dice que estamos en el arco de influencia directa de los volcanes y la lluvia ácida lo mata todo, además las explosiones frecuentes lo cubren todo con cenizas y rocas magmáticas. El viento es producto de los gases hirviendo que salen de los volcanes, especialmente de nuestro objetivo: el volcán Bembouw. Estos gases interactúan con el aire del exterior y el efecto chimenea del gigantesco cráter, produciendo corrientes de convención de hasta 130 kilómetros por hora. Este viento extraordinario es frecuente y casi constante en el interior del cráter, por lo que tendremos que asegurarnos con cuerdas cuando intentemos acercarnos al borde del cráter y sobre todo en el supuesto descenso, cosa que veo todavía lejana, pues es más bien una auténtica locura.
John conoce un lugar donde nos ponemos al resguardo de los feroces vientos, en una hondonada de cenizas y la línea de vegetación, donde además hay una fuente de agua no potable. Una surgencia natural, la única en la zona, porque a pesar de llover sin parar no se puede tomar ni una gota de agua porque es como beber lejía.
Aquí, a las puertas del infierno, hemos montado el campamento. Nos pica la piel, la cara, los ojos... Aquí estaremos una semana máximo, es el periodo de seguridad que podemos exponer el cuerpo a este letal lugar. Tenemos máscaras de gas que usaremos para acercarnos al volcán. Nuestro ganador la persona «X», esta asustado (a), y piensa que le hemos traído a conocer al mismísimo demonio.
Éste es el tétrico panorama que tenemos pero por delante nos espera uno de los fenómenos de la naturaleza más impresionantes e inquietantes que el ojo humano pueda ver: lagos de magma, canales de lava en movimiento con mareas y fuertes corrientes... El cielo se teñirá de rojo y por delante nos espera un peligroso, yo diría que el más peligroso de los Desafíos hasta la fecha. Miles de toneladas de gases letales nos invadirán por todas partes: con las mascaras de gas y los equipos especiales lo soportaremos, siempre que el viento no cese ni un momento porque entonces las consecuencias serían fatales. Es vital que las corrientes de aire renueven los gases tóxicos con aire puro, para que la mezcla resultante sea la menos nociva posible. El infierno nos está esperando.