Diario de León
Publicado por
pedro trapiello
León

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Se sonríen maliciosamente por aquí de la viciosa fractura de las iglesias protestantes como si eso demostrara que, por haber nacido del error teológico y del pecado hereje, tuvieran que pagar ahora su horror vacui llamándose necesariamente a la confusión, a las tinieblas y a la autodestrucción... ¡Sí, por los cojones!, dijo Froilanín el sastre; confundidas quizás estén, pero boyantes y procreándose, se expanden y misionan hasta en el barrio del Crucero enviando parejas americanas de evangelistas, testigos, mormones o del templo de las quince llaves... sí, le replicó el párroco, pero que tengan tantas iglesias y sigan inventando todavía más es algo que mueve a risa; y si además nombran a obispas que después se declaran lesbianas, la cosa es para hacerse cruces (tres veces, por si se trata del anticristo)... En estas, pidió vela en el entierro un danés luterano que anda por aquí montando un laboratorio de biotecnología, y le sugirió al buen cura que no estaban los católicos para hablar de divisiones, pues siendo el evangelio uno sólo, ¿cómo se explica que haya tantas órdenes religiosas, cada cual con su general, su patrimonio y territorio... y por qué se inventan iglesias interiores como las neocatecumenales, las carismáticas, las de liberación, las bizantinas con Lefevre en popa o la del papa Clemente en el Palmar, aquel tipo que se sacó los ojos y parecía el padre de Paquirrín?... Perreada la cosa, el cura y el danés convinieron en echarle la culpa original a los cristianos ortodoxos griegos que persisten en su terquedad doctrinal y se reparten media Europa. Pero el ortodoxo echó el muerto a los viejos cristianos armenios y a la iglesia maronita... y el maronita culpó a los koptos, los antiguos cristianos egipciacos... y así iba la cosa cuando se personó en la causa un islamista que ensayó una sonrisa sardónica complacido en su verdad total y nuevo empuje, aunque entonces vino un hinduísta y le preguntó: islamista eres, ya, ¿pero suní, chií, wahabí, salafista, sufí, jareyita, almadí, sihk, malequí, hanafí, hanbalí, zaidí, ismailita, druso, nusairí...? Y entre todos se miraron malamente. Entonces Sócrates V. concluyó: «a los dioses los carga el diablo, como a las escopetas».

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