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PSICOLOGÍA

Canaliza tu ira con las siguientes técnicas

Reprimir el enfado perpetúa el problema y desestabiliza la gestión emocional

Una mujer grita al teléfono.

Publicado por
ÁNGEL RULL
León

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La ira es una de las seis emociones básica, con un grado diferente de intensidad según el momento y el estímulo que la ha activado. Oscila entre la irritación hasta las explosiones de furia. Esta emoción, categorizada como negativa, tiende a reprimirse, no escucharse y usarse cuando ya es demasiado tarde y hemos perdido el control de la situación.

Saber cómo canalizar la ira y dónde debe usarse nos ayudará a aumentar nuestra inteligencia emocional y tener mejores relaciones sociales y laborales.

UTILIDAD DE LA IRA

La ira es una reacción de irritación o furia, que conlleva una activación corporal y cognitiva y que suele ser vivida de forma negativa. Aparece ante situaciones de injusticia o frustración, pero también puede encontrarse en situaciones donde realmente no es adaptativa, perdiendo su función.

La función de la ira es la de reparar el daño ante una situación donde se está viviendo una injusticia. De esta forma, a través de la activación lograremos el impulso y la motivación para poder solventar el problema.

El resto de situaciones donde sentimos enfado y no tienen que ver con una injusticia real, serían malas expresiones de la ira. Sí la sentimos, pero no nos está ayudando en esa situación concreta.

CANALIZA LA IRA

La ira, como cualquier emoción, tiene grados de intensidad, que dependen de la valoración de la situación y, también, del motivo que la desencadene. Tiene la función de informarnos de cómo nos sentimos, pero también de empujarnos a la acción. Si la reprimimos y no es canalizada debidamente, puede desbordarnos o acarrearnos alteraciones de salud.

A través de las siguientes técnicas podrás canalizar la ira y apoyarte en esa para resolver situaciones:

1. Escúchate

Todas las emociones tienen la función de expresar lo que sentimos, para nosotros mismos y para el resto. La ira también tiene siempre esa utilidad. Por eso, escúchala. Te servirá para saber lo que estás sintiendo y poder analizar de dónde viene y si debes hacer algo al respecto.

2. Analiza la veracidad

En ocasiones sentimos emociones ante eventos que no deberían despertarnos esos sentimientos. Por eso, una vez que hayas escuchado a tu enfado, piensa si realmente está siendo correcto utilizarlo.

La ira es la emoción de la injusticia ante algo que ya ha ocurrido y que no debería haber pasado. Cuando la situación ha sido desembocada porque no hemos puesto nosotros previamente los límites, por ejemplo, no es adaptativo el enfado, ya que no es realmente injusto, sino permitido por nosotros mismos.

Ser conscientes de que a veces sentimos emociones que no deberían estar nos hace relajarnos y soltar la tensión.

3. Tiempo fuera

Cuando el enfado nos desborda, lo mejor es salir de la situación y volver pasados unos minutos. Esto es muy frecuente en niños, pero se nos olvida recuperarlo cuando somos adultos.

4. No te calles

La parte positiva de la activación del enfado es que nos permite enfrentarnos a las situaciones de injusticia. Es en esos momentos donde sí debemos expresarnos, no a posteriori.

5. Escríbelo

Una vez que la situación ha pasado y sigues enfadado, debes buscar una forma de externalizarlo. Una técnica aconsejable es la escritura, ya que permite ordenar y descargar nuestros pensamientos. Tiene una función liberadora sobre las emociones negativas.

La expresión de la ira es vista socialmente como algo negativo que debe evitarse. Con la represión solo logramos que se acumule y acabe estallando en situaciones muchas veces pequeñas. Por eso, a través de estas técnicas, podemos escucharnos, ordenar la ira y canalizarla de la forma correcta y adaptativa.