Invitadas o camufladas, la experiencia de las iraníes en los estadios
Teherán, 8 oct (EFE).- Las mujeres solo han entrado en los estadios de fútbol de Irán para ver a los equipos masculinos por invitación, en contadas ocasiones, o de modo clandestino debido al veto de las autoridades, que ahora se está relajando gracias a la presión de la FIFA.
Teherán, 8 oct (EFE).- Las mujeres solo han entrado en los estadios de fútbol de Irán para ver a los equipos masculinos por invitación, en contadas ocasiones, o de modo clandestino debido al veto de las autoridades, que ahora se está relajando gracias a la presión de la FIFA.
Para el partido de este jueves de clasificación para el Mundial de Catar 2022 entre las selecciones de Irán y Camboya en el estadio Azadi de Teherán, las mujeres han podido comprar por primera vez entradas, aunque en un número limitado. Sin embargo, no siempre fue así.
Los únicos encuentros en Azadi a los que se ha permitido acceder a algunas mujeres han sido el duelo entre el club iraní Persépolis y el japonés Kashima Antlers de la Liga de la Confederación Asiática de Fútbol (AFC) en noviembre pasado, y el amistoso entre Irán y Bolivia, en octubre de 2018.
La mayoría de las centenares de asistentes eran familiares de los jugadores, empleadas de la Federación de Fútbol de Irán y algunas diplomáticas. Aunque fueron "seleccionadas" o invitadas, su presencia en Azadi marcó ya un antes y un después.
En las gradas estaban separadas de los hombres, pero tuvieron el comportamiento "normal en un estadio": "Tocamos la vuvucela, gritamos, saltamos... no nos sentimos cohibidas en ningún momento", recuerda a Efe una diplomática latinoamericana que acudió al amistoso entre Irán y Bolivia.
Esta mujer, que optó por mezclarse con las hinchas iraníes y no permanecer en el palco reservado a los diplomáticos, opina que la presencia de las mujeres fue "un choque bastante grande para los hombres".
"Nos miraban pero creo que su reacción era de apoyo. Fue una experiencia especial y me sentí feliz de formar parte de esa primera vez y ver la cara de felicidad de esas chicas, parecía que no se terminaban de creer lo que estaba pasando", explica.
Un hito debido a que desde la Revolución Islámica de 1979, liderada por el ayatolá Ruholá Jomeiní, las mujeres no tienen derecho a entrar a los estadios en Irán para ver jugar a los hombres.
Las autoridades iraníes alegan que el ambiente de los estadios no es recomendable para las mujeres ya que los aficionados a veces tienen un comportamiento violento y emplean un lenguaje soez.
Un ambiente que vivió en primera persona hace una década la joven Sahar Nazerí, quien se coló con 15 años camuflada de chico junto a su padre y su hermano en un partido del Persépolis en el estadio Azadi.
"Yo en esa época no estaba muy desarrollada y vestía un poco a lo chico, así que me recogí el pelo en una coleta debajo de la gorra y no parecía una mujer", cuenta a Efe Nazerí.
Pese a confiar en que nadie se daría cuenta de que era una chica, reconoce que estaba "un poco nerviosa al saber que hacía algo prohibido".
También le inquietó a la entrada y la salida los empujones de los hinchas, los insultos y la posibilidad de que estallaran peleas entre ellos. "El ambiente no era muy bueno", afirma.
Aunque para ella la experiencia fue "muy divertida", considera que hay que "preparar el ambiente poco a poco" para evitar problemas como el acoso y para que las mujeres se sientan seguras viendo los partidos.
Otras mujeres que han entrado a los estadios disfrazadas con gorras e incluso barbas postizas han sido detenidas por la policía, lo que ha fomentado las críticas de las organizaciones de derechos humanos y de la FIFA.
Estas presiones aumentaron después de la reciente muerte de la joven hincha del club Esteghlal Sahar Jodayari, quien se inmoló al saber que podría ser condenada a seis meses de cárcel por intentar entrar al estadio disfrazada de hombre.
El próximo jueves entrarán sin problemas unas 4.000 mujeres, un número que solo se registró con anterioridad en Azadi durante la retransmisión en directo en una pantalla del partido entre Irán y España del Mundial de Rusia en junio de 2018.
El evento estuvo a punto de cancelarse por un problema con los permisos pero, una hora antes del inicio del partido, se abrieron las puertas tanto para los hombres como para las mujeres, que portaban banderas iraníes y llevaban el rostro pintado con los colores nacionales.
Una administrativa que acudió ese día a Azadi con su familia, Shirin Rezaí, comentó a Efe que el comportamiento respetuoso de todo el mundo dio "confianza" a las mujeres y demostró que su entrada libre a los estadios puede tener "un efecto positivo".
Marina Villén