El fin del cuento de hadas que no se acaba
Los duques de Sussex han aparecido públicamente para aplacar los rumores de crisis entre ellos, que llegaron después de que la pareja no celebrase su último aniversario de boda y de los comentarios sobre la marcha de sus negocios y su continua polémica con la familia real británica
Lo de Harry y Meghan ha sido un auténtico cuento de hadas , pero con tintes de película dramática. Desde que se conocieron en una cita a ciegas o en un encuentro en Instagram (no está muy claro para la opinión pública cómo comenzó el romance), lo suyo ha sido una continua polémica. Primero, por los orígenes de ella: afrodescendiente, actriz y divorciada. A eso se añadía que Harry fue, desde su juventud, protagonista de no pocas noticias de la prensa rosa por sus juergas un poco salidas de tono. Más adelante, la supuesta preocupación de la Casa Real británica por el color de la piel del primer retoño de la pareja , a lo que se unió el distanciamiento de los duques de Sussex de la regia familia de él y de los roces entre ambas partes... y ahora los rumores de crisis entre el travieso Harry y la dulce e incomprendida Meghan.
Tras entregar las llaves de su residencia británica de Frogmore Cottage, los duques de Sussex fueron vistos hace unos días en las inmediaciones de su casa de Montecito, en California. Fue su primera reaparición tras los rumores de crisis y los comentarios sobre sus batacazos empresariales.
Fueron varios los medios de comunicación británicos que hablaron de una crisis en la pareja que, al parecer, se estaría distanciando tras cinco años de convivencia y dos hijos en común . Las especulaciones llegaron después de que los duques no celebrasen su último aniversario de boda, a lo que se añadiría el desgaste acumulado por los polémicos asuntos mencionados. Algunos, incluso apuntaron a que él habría abandonado la casa familiar y se habría puesto en contacto con un reputado abogado matrimonialista.
Así que la mediática pareja ha optado por aparecer en público, guapa y sonriente, para acallar los rumores de crisis.
Ellos no se dan por rendidos en su lucha contra lo que consideran injusticia y maltrato desde que abrieron fuego en otoño de 2019. En su biografía, En la sombra , cuentan que se pusieron "la armadura de combate" y anunciaron sendas demandas contra MGN y News Corporation (su tabloide The Sun lidera el sector desde el cierre de News of The World en el escándalo de las escuchas ilegales) "por su vergonzosa conducta y su arraigada costumbre de pinchar el teléfono a la gente". Elton John, buen amigo de la difunta Lady Di, había puesto en contacto a Enrique con el abogado estrella en pleitos contra la prensa, David Sherborne, y ambas celebridades comparten ahora un tercer frente de lucha: la demanda contra Associated Newspapers, editora del Daily Mail.
Harry ya está harto
"Enrique contra la prensa", anunció el Daily Mirror en su portada del martes. "El príncipe expone su caso en el Tribunal Supremo", añadía el titular sin identificarse entre los tabloides británicos de gran circulación que afrontan cientos de demandas por interferencia de comunicaciones y otras presuntas prácticas ilícitas para obtener información privada. El duque de Sussex comenzó esa mañana su testimonio oral en la querella contra Mirror Group Newspapers (MGN), al que acusa de criminalidad a "escala industrial" en la producción de "artículos increíblemente invasivos" que le provocaron "ataques de angustia, depresión y paranoia". "En todas y cada una de las relaciones que he tenido en mi vida, con amigos y novias, con la familia y en el Ejército, siempre se ha involucrado un tercer protagonista, esto es, la prensa tabloide", alega.
El príncipe Enrique lleva desde niño expuesto a la intrusión de los medios y apoya su demanda en aparentes pruebas y evidencias. Cuenta con la admisión genérica de MGN de que se hackearon buzones de voz, con cientos de notas de encargos de legalidad cuestionable, facturas y órdenes de pago a detectives privados con antecedentes penales o sospechosos de operar en la esfera de la delincuencia a fin de conseguir datos confidenciales para la prensa amarilla.
Pero hay pocos documentos de llamadas al círculo del príncipe y menos pruebas que permitan cotejar polémicos artículos publicados hace más de diez años con escuchas de mensajes concretos. La defensa cuestionó al duque de Sussex si estaba en el "reino de la especulación". La misma alegación repitieron tabloides que están en su diana, según mencionó al día siguiente como ejemplo del continuo efecto "destructivo" de la cobertura mediática. Desde su asiento de los testigos acusó a MGN de "destruir pruebas a escala masiva".
En pie de guerra
"Si bien esta acción podría no ser la más segura, es la correcta, porque mi mayor miedo es que la historia se repita. Perdí a mi madre en el pasado y ahora veo a mi mujer víctima de las mismas fuerzas poderosas. He visto lo que sucede cuando un ser querido se convierte en mercancía hasta el punto de que ya no se les trate como a seres reales", puntualiza en las memorias. En Londres justificó su batalla judicial en el deseo de "descubrir la forma de poner fin al abuso, la intrusión y el odio que dirigen contra mí y contra mi mujer, sin depender de la vía institucional".
Se refería a la costumbre palaciega de evitar los juzgados y las contiendas públicas con medios de comunicación. La Casa Real ha demandado a periódicos y revistas en el pasado, pero ninguna se ha dirimido abiertamente. En 2002, una oportuna intervención de la reina Isabel salvó al ahora rey Carlos de declarar en el juicio del último mayordomo de Diana, Paul Burrell. Estaba acusado de robar pertenencias de la princesa de Gales tras su muerte y, con la vista en marcha, la monarca -que falleció el pasado 8 de septiembre- recordó una conversación en la que el curtido empleado le había informado que guardó "por seguridad" objetos de lady Di. El caso colapsó de inmediato.
El príncipe Enrique es el primer miembro de la familia que presta juramento en un tribunal de justicia desde hace 130 años.
La experiencia le resultó "angustiante", según dijo al término del interrogatorio. Fue un mal trago en su "misión" para reformar la prensa popular. "Se trata de no consentir que se salgan con la suya en abusos y mentiras que pueden destrozar la vida de gente inocente", escribe. Dirigiéndose al juez del Tribunal Supremo dijo: "La prensa me ha engañado toda la vida, ha encubierto sus infracciones y la defensa dice que estoy especulando. no estoy seguro de cómo responder a eso". La pelota pasó a manos del magistrado que ha de valorar en un "equilibrio de probabilidades" si las alegaciones ocurrieron como las describen los litigantes.