Los dos meses 'horribilis' de Guillermo de Inglaterra y Kate Middleton: del quirófano al secretismo
La pareja real más querida se enfrenta a severas críticas por cómo gestionan la operación de ella
Tañían furiosas las campanas de la abadía de Westminster al tiempo que un enamorado Guillermo de Inglaterra salía cogiendo delicadamente la mano de su radiante esposa, Catherine Middleton. Lucía el sol en Londres ese 29 de abril, una señal de que este matrimonio real iba a caminar siempre sobre un lecho de rosas y no de clavos, como lo hicieron los padres de él: Carlos y Lady Di. Este cuento ha durado hasta hace dos meses.
Misterio en el hospital
La cronología de las desdichas de los Windsor, desde que falleció, Isabel II, en septiembre de 2022, comenzó en enero de este año. Un anuncio inesperado el 16 de ese mes hacía saber que la princesa de Gales, Kate, como la llaman los ingleses, había sido intervenida de una "cirugía abdominal", sin especificar ni cuál, ni por qué. La escueta información oficial señalaba que no era por cáncer.
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A esta operación iba a suceder una larga baja de la paciente... y (esto no se sabía) un sinfín de rumores, secretos, torpezas, desmentidos y líos que han ido 'in crescendo' hasta llegar a lo que la prensa mundial califica como la primera crisis institucional de las dos perlas de la corona. Hasta ahora casi "intocables" por el público y la prensa, Guillermo Windsor, heredero al trono, y Kate Middleton, el principal activo de la monarquía, viven sus horas más bajas, unos meses "horribilis".
Parece que no ha pasado el tiempo y sin embargo este mismo jueves 29 de abril se cumple una década desde una de las bodas más esperadas de comienzos de siglo: la que unió al heredero del trono británico, el príncipe Guillermo, con su esposa, Kate Middleton. Fue en la abadía de Westminster, y todas las cámaras apuntaban hacia ellos. Ahora, una única cámara ha sido la que les ha inmortalizado, como conmemoración, en su palacio de Kensington.
Del respeto al malestar
El respeto por el desconocido mal que la llevó al quirófano ha dado paso a un estupor y malestar enormes en su país, siempre amable con las cosas de palacio pero exigente con la verdad. Las primeras insinuaciones veladas sobre qué le podía pasar a la princesa, quien pidió privacidad para recuperarse en casa con los suyos, se han transformado conforme pasa el tiempo y nada se aclara, en especulaciones, dudas, críticas severas y una dura reprimenda.
La prensa se enfada
La prensa, hasta ahora más o menos contenida para no caer en los errores que precipitaron en su momento el fin de Lady Di, se ha desatado. Porque los lectores quieren saber qué pasa realmente en casa de los príncipes de Gales, donde una fotografía que se difundió para acallar rumores se ha revelado como una flecha envenenada contra ellos mismos.
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La mano confesa de Kate corrigió detalles de la imagen que no solo han sembrado las burlas por doquier. Lo más importante es que hacen preguntar a sus súbditos en qué más han mentido los herederos al trono y a qué se debe este manto de silencio que cubre lo que sucede en Adelaide Cottage, la casa donde presuntamente ella se ha recluido.
El rey, con cáncer
Toda esta sobredosis de opacidad e interrogantes sucede mientras el rey Carlos III sigue tratamiento contra el cáncer, este sí confirmado oficialmente. Porque no hay dos sin tres, la mala suerte ha querido que entre medias de tanta incertidumbre se cuele la sombra de una presunta amante de él, Rose Hanbury, y el suicidio del marido de su prima Lady Gabriella Windsor.
Una especie de gafe que no se explica por sí solo. La política de comunicación manejada en esta crisis no puede ser más desafortunada, a tenor de lo que la prensa inglesa, ávida de claridad, apunta con su dedo acusador. Lo peor para los protagonistas, Kate y Guillermo, es que ambos son señalados como los directos responsables de tanta inquietud. Los cimientos de la credibilidad y la honestidad, en los que se basa la institución monárquica, se están moviendo como un pequeño tsunami que será más intenso si no se asumen los fallos con sus consiguientes respuestas, sugieren los medios, y alejan definitivamente la especulación.
Contar la verdad
Carlos, del que solo se ha visto en diferido un vídeo grabado en febrero con motivo del día de la Commonwealth, permanece bajo tratamiento médico. Su mujer, Camila, hace unos años el personaje más odiado de la corte, es ahora su soporte, no solo en su vida, sino también en los actos oficiales y protocolarios.
Bien es cierto que ha tenido una sospechosa ausencia por agotamiento (algunas fuentes dicen que ha viajado a España a cazar perdices para desconectar), pero también lo es que su presencia seria y tradicional compensa en parte la ausencia de buenas noticias en su casa. Guillermo, visiblemente más delgado y serio desde que comenzó todo, la acompaña en muchos eventos. Igualmente, ha estado en los premios Bafta, una cita ineludible hasta este año para Kate por su amor al cine, e incluso ha tirado de humor hablando de su amigo Tom Cruise en una gala.
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Pero cuando los telediarios, los grandes periódicos y la gente hace quinielas, se impone una explicación. Más aún, si de esa desinformación proceden vientos malos para la institución más longeva y estable del país. Al menos, hasta la actualidad.